A finales del verano de 2011 se cumplieron 25 años desde el lanzamiento del Spectrum +2. Se trataba del primer ordenador fabricado por Sinclair tras ser absorbida por Amstrad, por lo que la expectación que rodeó su puesta de largo fue enorme. Superada la sorpresa inicial (que para algunos fue decepción) de tener ante sí poco más que un +128 con la carcasa de un Amstrad CPC, lo cierto es que el +2 supuso toda una revolución. La salida al mercado del nuevo Spectrum tuvo sus consecuencias buenas… y malas.
El +2 fue un gran ordenador personal y el primero realmente serio lanzado por Sinclair, el primero con aspecto de ser algo más que un frágil “juguete”. Alan Sugar sentía una profunda animadversión por el carácter chapucero y tacaño de Sir Clive, y desde el primer momento se empeñó personalmente en acabar con la mala fama de la compañía que había adquirido construyendo un ordenador robusto, fiable y con un índice de averías muy bajo. Pasados los años todavía es fácil encontrar muchos +2, incluso de las primeras series, funcionando como el primer día.
Entre los efectos más positivos que tuvo la salida al mercado del +2, cabría destacar su decisiva contribución al nacimiento de una nueva legión de fanáticos por el Spectrum. Efectivamente, la Spectrummania mostraba a finales de 1986 ciertos síntomas de agotamiento, y la generación crecida al amparo del venerable Gomas y del Spectrum+ empezaba a ver aquellos míticos aparatitos como algo pasado de moda y cada vez más anticuado.
El +2 cambió todo eso, y buena parte de culpa recayó en la inteligente campaña publicitaria orquestada para arropar al nuevo ordenador, que incidía en su faceta de “videoconsola con teclado” sobre cualquier otra premisa. En Amstrad se atrevieron a revelar abiertamente lo que todo el mundo sabía pero nadie se atrevía a decir (que un Spectrum básicamente sólo servía para jugar), canalizándolo del modo adecuado para captar miles de nuevos adeptos sobre todo entre los más jóvenes. Esto fue lo que, en último término, permitió alargar la vida comercial del Spectrum hasta bien entrados los años noventa, y lo que le ha permitido llegar hasta nuestros días gozando de un peso más que notable dentro de la comunidad vintage. Muchos de quienes actualmente contribuyen de un modo más activo al mantenimiento de la scene Spectrumera (programando juegos nuevos, por ejemplo) se iniciaron de niños jugando con su flamante +2 recién estrenado. No pocos terminaron estudiando disciplinas relacionadas con la informática o la electrónica, convirtiéndolas en su oficio al tiempo que mantenían su afición por el Spectrum.
Con todo, la “nueva” máquina tuvo también sus efectos negativos. Para empezar, certificó el final de la idílica relación que Sinclair mantenía con las decenas de third parties que fabricaban periféricos para los ordenadores del Tío Clive, una peculiar sinergia que él mismo había alentado desde los tiempos del ZX-80. La noticia de la compra por parte de Amstrad cayó como una bomba atómica entre estos “terceros”, pues conocían la poca simpatía de Alan Sugar hacia los desarrolladores de hardware no controlados por su empresa, que según él no eran más que una fuente añadida de problemas. El +2, que a imagen y semejanza del CPC incorporaba su propio reproductor de cintas, era todo un aviso a navegantes: el nuevo diseño de la placa madre lo hacía incompatible con la mayoría de periféricos existentes para anteriores modelos. Se acabó el chorreo de periféricos procedentes de cientos de casas de hardware. Muchos fabricantes que hasta ese momento habían amasado una pasta gracias a Sinclair hubieron de reconvertirse o desaparecer.
Pero lo peor de todo era que el nuevo ordenador dejaba claro lo que Amstrad pensaba de Sinclair, que esencialmente se resumía en “Sinclair = Spectrum”. El Spectrum +2 fue desarrollado en tiempo récord, pues hacía falta cuanto antes una máquina que indicase al público el golpe de timón que acababa de producirse en la compañía. Poco antes del verano del 86 se anunciaba el cese fulminante en la producción del QL, y tras aquello los sucesivos lanzamientos de Sinclair confirmarían lo que muchos temieron tras el 7 de abril de aquel año: nada de Lokis ni Pandoras. Nada de chismes extravagantes con escasas perspectivas de venta. Tonterías las justas, por no decir ninguna. Sugar sabía que el futuro de los ordenadores estaba en los compatibles PC y para eso tenía el PCW y las sucesivas series PC de Amstrad.
De esta forma, Sinclair quedaría reducida a mera comparsa destinada a la gama baja de ordenadores de ocho bits y su futuro quedaría vinculado a la pervivencia de este mercado. La marca tenía así los días contados: se exprimiría todo lo posible la gallina de los huevos de oro y una vez exprimida se le daría sepultura como un cadáver más. Era algo que los más perspicaces vieron venir desde el principio, porque lo del PC-200, aparte de difícilmente explicable, queda reducido al nivel de mera anécdota. De todos modos no niego que me hubiese gustado ver una máquina como el SAM Coupe con el anagrama de Sinclair en la carcasa. Estoy convencido de que una máquina así, lanzada un año antes que el propio SAM y con un apoyo comercial decente habría sido un bombazo. Pero si alguna vez tal cosa estuvo en la mente de Alan Sugar, lo que francamente dudo mucho, a buen seguro fue desechada enseguida: un artefacto de esa categoría le hubiese robado cuota de mercado al PCW o a la gama PC de Amstrad con casi total seguridad.
Resaltando su carácter lúdico, la mayoría de los pocos periféricos para Spectrum que se vendieron tras el lanzamiento del +2 estaban pensados para jugar, como el recordado Gunstick de MHT Ingenieros.
Si bien el Spectrum +2 no llegó a ser el «SúperSpectrum» que algunos imaginaban, no es menos cierto que hay que reconocerle sus méritos, pues hizo más a favor de “la causa” que en contra. Yo nunca tuve uno, pero jamás he conocido a un solo propietario que hable mal de él. Al contrario, recuerdan con cariño y admiración aquella “videoconsola” que les hizo pasar tan buenos ratos. Veinticinco años después la fiebre por el +2 permanece casi tan elevada como el primer día, y a este paso seguirá así veinticinco más.
Yo por edad no pude disfrutarlo en su momento sino unos pocos años más tarde. Con el tiempo me he hecho con un 48K de teclas de goma y un +2, si bien es cierto que el 48K tiene un diseño más mítico el +2 es mucho más comodo por el tema de llevar el cassete incoporado, amen de la capacidad.
Es curioso que en el anuncio «La Maquina Alucinante», las imagenes que se muestran de los juegos no son todas de Spectrum, colaron bastantes imagenes de otros ordenadores para que pareciera mejor.
Practica que se solia hacer mucho en las parte de atras de los juegos tambien.
Bucky: El +2 terminó haciéndole sombra al Gomas e incluso ocupando su hueco en la memoria de los aficionados. De hecho, a día de hoy el +2 es más popular y conocido que sus antecesores, hasta el punto de que mucha gente cita a este micro para referirse al Spectrum en general olvidando al resto de modelos de la gama. Para ellos el +2 es el Spectrum por excelencia, el genuino.
Toni: Se trata de un claro ejemplo de publicidad engañosa, por desgracia muy habitual entonces… y perfectamente válido (!) Algún tiempo después el gobierno introdujo cambios en la legislación para evitar casos tan descarados como este, pues aunque parezca mentira no había ninguna norma que regulase y pusiese freno a estas prácticas.
El Spectrum +2 fue el primer ordenador que tuve, y precisamente llegó a mi casa a finales de 1986. Aguantó hasta bien entrados los 90 (hasta la llegada de las consolas y los PC más avanzados:386,486…).
¡Qué recuerdos me trae esta «máquina alucinante»!
Helmantic: La máquina es cojonuda, sí, aunque yo siempre eché en falta que fuera algo más cercano al posterior SAM Coupé. Sin embargo no hay méritos que restarle, desde luego.
Efectivamente todos echamos en falta en su dia que la version nueva del spectrum no tuviese un modo grafico 2 de igual resolucion, incluso colores, pero sin cluster clash y quizá un chip AY un poquito mejor.
Eso seguro. Para muchos el primer modelo (el +128) fue una decepción porque se esperaban más, y de hecho en Microhobby lo pusieron poco menos que a caldo. Con el +2 la cosa fue un poco diferente porque Amstrad supo venderlo muy bien.