No todo el mundo necesita aprovechar las vacaciones para chuparse diez horas de avión con rumbo a las Chimbambas. Aunque hace años yo también tuve mi época de querer ver mundo, ahora me encuentro más a gusto disfrutando de mi tiempo libre en mi ciudad, en mi casa y en compañía de mi novia. Cada cual tiene sus gustos, es cierto, pero no veo qué puede haber mejor que sentarse cómodamente en el sofá frente a una taza de café para disfrutar de una película o un libro, feliz y relajado porque al día siguiente no hay que preocuparse de madrugar para acudir al trabajo. Aunque sólo sea durante unos pocos días, antes de volver a la rutina de siempre.
Salir de casa por vacaciones no implica necesariamente pasárselo bien.
Ni que decir tiene que los fanáticos de los videojuegos como yo también aprovechan las vacaciones para jugar, más todavía que durante el resto del año. Y si son fanáticos del Spectrum igual, qué menos. Como la vida funciona a base de rachas y últimamente jugaba muy poco con él, estas vacaciones tocaba compensar la balanza. Y no se me ha ocurrido mejor forma de hacerlo que de la mano de Ghostbusters y Ghostbusters II.
No es la primera vez que escribo en la web sobre el primero de estos juegos. Ya le dediqué un merecido post con ocasión del veinticinco aniversario de la peli; una de esas que marcaron mi ochentera infancia y que está entre mis favoritas de esa época por haberla visto de estreno en el cine, casi de gorra gracias al descuento ganado en una tienda de La Vaguada (la campaña de promoción fue enorme) y con guinda sobrenatural de postre: volviendo a casa tras la proyección ya de madrugada, un misterioso cortocircuito escacharró el Seat 131 de mi padre y tuvimos que hacer parte del recorrido sin luces.
El gran David Crane muestra la versión para C-64 de Ghostbusters en un programa de la TV americana, a principios de 1985. Y no lo hace sobre un C-64 cualquiera sino sobre el muy raro SX.
En cuanto a Ghostbusters II ni recordaba cuándo fue la última vez que jugué una partida, pero es seguro que hace muchos, muchos años. Puede que hasta diez, aunque no me extrañaría nada que fuese alguno más. Con él se nota el progreso que experimentaron las técnicas de programación en el Spectrum, y los cinco años transcurridos entre la primera peli y la secuela parecen muchos más cuando comparamos sus respectivos juegos: gráficos digitalizados, buenos efectos de sonido, mejor música (incluso en la versión para el Speccy de 48 Kb) y multitud de pequeños detalles que hacen destacar el trabajo de sus programadores, los legendarios gemelos Oliver, para lograr un producto bonito y entretenido, aunque un poco difícil para terminarlo sin trucos siendo un jugador de nivel medio.
Desde luego que comparado con la primera parte es muy superior, y sin embargo carece de ese halo simpático que hace que echarse una partida con el primer Ghostbusters sea una delicia pese a su chusquez. Ghostbusters II es un producto típico de los últimos estertores del Spectrum, caracterizados por el lanzamiento de juegos muy conseguidos en el aspecto técnico pero que a cambio resultaban fríos, sin esa indescriptible “chispa” de los primeros tiempos que hizo y hace ya no grandes, sino inmensos, programas que se limitan a mostrar cuatro rayas en la pantalla del televisor.
Ya que estamos, mi hermano pequeño me ha traído esto de Nueva York, por donde ha estado zascandileando durante unos días. Cualquiera diría que el muchacho me ha estado leyendo la mente:
Caramelos de melón con la forma de Slimer. ¡Sí, Dios existe!
Lo encontró en una juguetería. Pero no en una cualquiera sino en FAO Schwarz, en la Quinta Avenida. La misma donde Tom Hanks y Robert Loggia se marcan este numerito durante la película Big:
A día de hoy el teclado sigue allí, a disposición de todo aquel que quiera usarlo. Lo dicho: ¡Dios existe, hostiasputasya!
La verdad es que el Ghostbuster II a nivel tecnico tiene una pintaza, pero el primer nivel parece bastante, bastante flojo…
El primer nivel lo que tiene es que resulta muy, muy difícil. Típico de una época en el que el concepto de «curva de dificultad» aplicado a los videojuegos no se tenía demasiado en cuenta precisamente…
Personalmente el juego me gusta en líneas generales, pero tal y como indico en el texto me deja frío. Parece un coche alemán coño: está bien hecho pero no tiene personalidad :P.
Recuerdo haber probado el primer nivel en C64 y quedar alucinado por los gráficos, pero era injugable (o al menos a mi no me gustó)