La muerte, piadosa, suele actuar como un bálsamo para las conductas más reprochables. Salvo en casos excepcionales, es como un túnel de lavado para la moral, sobre todo para la de los más ricos y poderosos, a los que el “día de las alabanzas” tiñe de grandeza aunque en vida hayan sido unos cabrones.
Firmar penas de muerte a la hora del café no está reñido con ser un entrañable abuelito amante de la vida familiar.
Como ya sabrán casi todos los que estén leyendo esto, Jack Tramiel, fundador de Commodore Business Machines y “padre” del Commodore 64, falleció el pasado ocho de abril a los ochenta y tres años. En el momento de escribir estas líneas la causa de la muerte se desconoce, pero eso es lo de menos. Lo importante es que se va uno de los pioneros que ayudaron a convertir un objeto de laboratorio en un electrodoméstico más, poniéndolo al alcance de cualquier hogar medio hasta hacerlo imprescindible hoy. Quizás Tramiel haya dejado este mundo en el momento oportuno, tras una vida suficientemente larga y fructífera, con su legado bien vivo el mismo año en que su criatura más famosa cumple tres décadas. Además el Commodore 64 sigue siendo, a día de hoy, el ordenador personal más vendido de todos los tiempos. Ahora pocos reprobarán a este hombre el tosco carácter y los métodos trapaceros que le caracterizaron y le granjearon multitud de enemigos entre buena parte de quienes le trataron (o más bien tuvieron que aguantarle). Hace unos días, la web Bytemaniacos ofrecía la posibilidad de leer un libro que ilustra bien a las claras una realidad que la muerte, con sus velos, sin duda ayudará a tapar.
Héroe o villano, that´s the question.
Tramiel es (era) un personaje que me encanta. Tanto Home Computer Wars como On the Edge: the Spectacular Rise and Fall of Commodore (que sí que se puede encontrar en las librerías… en la lengua de Shakespeare) deberían ser lectura de mesilla de aquellos a los que nos gusta la retro informática.
La verdada es que, pese a leer todas las perrerías que hizo, es un tipo que siempre me ha caido simpático.
Hace un par de días escribí un articulillo sobre él.
http://librodenotas.com/opiniondivulgacion/22245/gracias-por-todo-jack
Y bueno… más que matar a Atari, la resucitó brevemente para darle una muerte algo más heróica que la que le deparaban sus anteriores dueños de la Warner.
Dos cosas:
1 – Lo desapercibido que pasó la muerte en los medios masivos
2 – Una pena que ese libro no esté en castellano…
Muy buen artuculo tio 🙂
Toni: Gracias por lo que me toca ;-).
Jpzin: El problema es que tanto para los mass mierda como para muchos aficionados, la historia de los videojuegos comienza en los 90 con la introducción masiva de PCs y videoconsolas en el hogar, porque es a partir de ahí cuando y no antes cuando el negocio comienza a adquirir la relevancia que disfruta hoy. Para mucha gente, todo lo ocurrido antes de eso no existe, literalmente.
Y sí, es una pena que el libro no esté en castellano, porque hasta donde yo he podido ojearlo es realmente jugoso.
Leo, tienes un comentario mio en espera de moderación desde el viernes (supongo que porque ponía un enlace a un artículo que había escrito sobre esta noticia, y no lo habrás visto)
Por lo demás, Tanto Home computer wars como On the Edge: the Spectacular Rise and Fall of Commodore, son dos lecturas que considero muy provechosas para todos los que amamos el retro (y mucho me temo que no lleguen a publicarse nunca por aquí).
Eeeee: Tentado estuve de no aprobar su comentario, porque está completamente fuera de lugar aquí. No voy a darle más vueltas, pero aunque admito que los primeros que hay que cazar son los cabronazos vivos, ¿según usted Hitler, Musolini, Reagan o Arafat merecen más respeto por el mero hecho de estar muertos? Ahí lo dejamos.
Javier: Sorry, pero llevo todo el fin de semana sin acceder al panel de control de la web y por eso no he visto los comentarios pendientes hasta hace un rato. Arreglado.
Efectivamente, Tramiel es un personaje fascinante por muchas cosas. También por ese especial calificativo de «es un cabrón adorable» que igualmente se le puede adjudicar a Alan Sugar, a Sir Clive a Steve Jobs. A fin de cuentas en este mundo no se llega a la cima siendo una buena persona, nos guste adimitirlo o no.
Por cierto, tu artículo me ha gustado mucho. También el blog, hasta donde he podido ojearlo (tres o cuatro entradas, que me han parecido bastante aceptables en cuanto a contenido y tal). Lo añado a mis favoritos.
Tranquilo, no me lo he tomado como nada personal 🙂
No termino de estar de acuerdo con la «adorabilidad» de todos los «cabrones» que mencionas. Si bien Clive y Jack fueron pioneros, Sugar se apuntó al carro de lo que veía que estaba funcionando y, pese a lo que pueda haber calado el CPC, Amstrad nunca arriesgó demasiado y, cuando vio que había mucha competencia en el mundo de los PC se pasó a otras cosas.
Steve Jobs… qué quieres que te diga. Así como no tengo nada en contra de Apple desde el punto de vista tecnológico, desde el punto de fista filosófico, es una compañía que me resulta anatema, y eso se lo debe todo a Steve Jobs.
De ser por Jobs, sólo los cuatro gatos que se pueden permitir el pastizal que pedía por sus ordenadores habrían podido aprender algo de informática.
En ese sentido no es que me caiga demasiado bien el señor Bill Gates pero, pese a ser otro tiburón, sí que ha hecho bastante por la popularización de la informática (aunque haya sido como estrategia empresarial) con la facilidad que ha dado siempre para el pirateo de sus programas… pese a decir con la boca grande «no me pirateeis».
Por lo demás. El artículo que enlazaba es mi primera colaboración con Libro de notas. En mi página personal (Mytgard) sí que tengo más material relacionado con el retro, entre otras cosas.