Durante el último tercio de 1987, Freddy Hardest representó junto a Phantis el colofón de un año perfecto para Dinamic; el mejor en la historia de la compañía española por la calidad de sus numerosos lanzamientos y el éxito que acompañó prácticamente a todos ellos. Anunciado muchos meses atrás, Freddy Hardest se había hecho de rogar y cuando al fin llegó Dinamic echó el resto, apoyándolo mediante una insistente campaña publicitaria que incluía tiras cómicas de los populares dibujantes Ventura y Nieto, lo que propició que se vendiese muy bien y alcanzase rápidamente la denominación de clásico en la que, merced a la nostalgia que conlleva el paso del tiempo, se ha ido asentando cada vez con más fuerza. Hay que reconocer que si bien el juego no era la octava maravilla, estaba bien hecho y sacaba petróleo de su mejor baza (el carisma y la simpatía de su protagonista) para resultar divertido, en especial durante sus primeros compases. Planteado además como un producto para exportar, vendido a lo grande en Inglaterra  bajo el sello de Imagine / Ocean, la dificultad se había mesurado muy mucho respecto a lo habitual en los videojuegos españoles de la época, lo que permitía acabarlo con algo de práctica sin que a cambio tuviésemos que padecer taquicardias el resto de nuestras vidas.

Casi treinta años después, Freddy vuelve. Y no lo hace gracias al remake de un grupo de entusiastas nostálgicos, sino por mediación de un juego totalmente nuevo que comercializa Víctor Ruiz, uno de los fundadores de Dinamic y preboste de FX Interactive, a través de una nueva empresa creada ad hoc que se llama Lakento y se dedica a la comercialización de productos para dispositivos móviles entre los que destaca MRV, unas gafas de realidad virtual de bajo coste que, así a bote pronto, tienen bastante buena pinta para el precio al que se venden. No obstante, Mighty Freddy Alien Terminator no renuncia a sus orígenes en absoluto y de entrada su aspecto es puramente retro.

Pensado para dispositivos móviles Android y Apple, el juego puede instalarse desde Google Play o la AppStore y es gratuito, aunque con matices (luego explicaremos esto). Tomando como base la primera carga de Freddy Hardest, que era lo más divertido de aquel programa, en Mighty Freddy el objetivo es llegar al final de cada nivel, abriéndonos paso a tiros y saltando para recoger puntos de luz mientras el protagonista corre desplazándose la derecha, algo esto último que hace él solo.

Obviamente hay que procurar no morir, y la destreza empleada en la superación de un nivel determinará nuestra puntuación al final del mismo, de forma semejante a como se hace por ejemplo en Angry Birds. Los puntos de luz recogidos pueden canjearse de vez en cuando por nuevo equipamiento con el que enfrentar más ventajosamente los peligros interpuestos frente a nosotros, del mismo modo que se puede grabar la partida para continuarla más adelante. Y aquí es donde entra a colación el matiz a la gratuidad antes mencionado, ya que disponemos de un número limitado de cristales verdes que se irán gastando cada vez que grabemos la partida, lo que nos obligará a comprar más en la tienda on line correspondiente cuando nos quedemos a cero, aunque afortunadamente su precio es muy asequible. Los cristales pueden servir también para, en combinación con los puntos de luz, adquirir ciertos componentes de alta gama que facilitarán aún más nuestro progreso.

Con la sencillez como característica más destacable, Mighty Freddy Alien Terminator está claramente enfocado a entretener durante esos ratos que pasamos esperando a alguien en la calle o viajando en transporte público. Sobre todo teniendo en cuenta que su mecánica es muy repetitiva y por tanto no resulta ideal para dedicarle más que unos pocos minutos cada vez, algo en lo que recuerda a viejos conocidos de Dinamic como Sgrizam. Jugando en casa durante un buen rato, del tirón, acabé aburrido y decidí plantarme tras recorrer 18 niveles, todos ellos virtualmente idénticos (paisajes, enemigos…) y sin apenas atisbo de cambio más adelante. Irónicamente la dificultad es incluso demasiado baja y aumenta demasiado lentamente, por lo que el “acicate” de los cristales verdes se pierde y es perfectamente posible superar esos 18 niveles (e imagino que algunos más) sin necesidad de grabar la partida una sola vez. Al menos el juego se controla bien con la pantalla táctil y la precisión es aceptable, aunque después de haberlo probado tanto en un teléfono como en una tableta prefiero la tableta, porque la superficie de pantalla que ofrece facilita bastante el manejo.

Mighty Freddy es, en resumen, un jueguecito sin pretensiones de grandeza. Tal vez su mayor crédito resida en el hecho de ser válido tanto para nostálgicos del vintage videojueguil como para jugones de nuevo cuño, que tienen aquí la oportunidad de desengancharse del Candy Crush y sus clones por unos minutos. Desgraciadamente se queda lejos de propuestas que como Ultionus ofrecen bastante más aunque, eso sí, a cambio de tener que realizar un desembolso económico inicialmente muy superior.

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