Pocas cosas pueden decirse sobre Atic Atac a estas alturas. El juego es un clásico intemporal, que llegaría a inspirar hasta un concurso televisivo de la ITV (el cual tendría a la vez su propio videojuego), y en fechas recientes fue votado como uno de los mejores programas de la historia destinados a micros de ocho bits. En su momento, Atic Atac representó mucho más que una tendencia en la creación de videojuegos mostrando hacia dónde evolucionarían, con las 3D y la videoaventura como dos de sus principales cimientos. Y en un entorno cada vez más diversificado, donde ser usuario de un ordenador popular no impedía la adquisición de un juego con éxito porque éste se trasladaba a múltiples plataformas, ilustraba la peculiar forma de trabajar de Ultimate Play The Game y sus dueños, los hermanos Chris y Tim Stamper, definida por la exclusividad de sus trabajos.

Aunque Ultimate publicase versiones de sus juegos hasta para el VIC-20, los Stamper tampoco se dejaban llevar por los cánones establecidos en la mayoría de empresas de software, que por norma convertían cada nuevo juego a todas las plataformas populares de la época. Muchos de los juegos lanzados por Ultimante para el Spectrum, que era la niña de sus ojos, no tuvieron versiones con destino a otros sistemas hasta que los Stamper se deshicieron de la empresa en 1986, y el caso de todo lo desarrollado en exclusiva para el Commodore 64 destaca por lo singular, ya que jamás se vio en otras máquinas que no fuesen esa. Esto añadía un toque de exclusividad al catálogo de la compañía que siempre me pareció muy atractivo. Y por qué no decirlo: dada la inmensa fama de la empresa y sus juegos, podía contribuir a la adquisición de un sistema concreto para disfrutar ciertos productos con los que de otro modo era imposible jugar. Podríamos verlo como una forma pretérita de lo que hoy llamamos «juegos franquicia», aunque en realidad no lo fuesen.

En un mercado que se movía a una velocidad endiablada, que exigía al máximo por no admitir estar trabajando en un proyecto más que unos cuantos meses, los Stamper optaron por no diversificarse más de lo que ellos veían razonable, escogiendo la calidad sobre la cantidad cuando todos sus competidores básicamente lo hacían al revés: obligados a trabajar a toda prisa para tener listo un producto que debía salir en varias plataformas al mismo tiempo, no dejaban a sus programadores un segundo de respiro. Mucho menos para ponerse a pensar en fruslerías, por lo que todo aquello que implicase ahorrar tiempo era siempre bienvenido, aunque fuese en detrimento de la calidad del producto final.

Para que se hagan una idea sobre cómo eran las cosas, Peter Harrap contaba en este libro que como no había tiempo para exprimir las prestaciones del MSX, él y sus compañeros de Gremlin Graphics tenían un método perfecto para desarrollar juegos en esta plataforma: cogían un Spectrum, que usa el mismo procesador, lo conectaban en paralelo al microordenador nipón, y con la ayuda de un aparato «traductor» pasaban el código de un juego desde una máquina a otra, en un proceso que sólo llevaba un par de horas. En menos de un día ya tenías la conversión para MSX de un juego lista para distribuir y vender. Que el parecido con la versión de Spectrum fuese algo más que sospechoso importaba entre poco, nada y una puta mierda. Más ejemplos: el autor del R-Type para Amstrad CPC dispuso de apenas unas semanas para convertirlo desde el Spectrum, que también utiliza la misma CPU. Así no sorprende que el juego tuviese al final este aspecto:

Comparen ahora el resultado de tener tiempo de sobra para hacer las cosas con calma y sin la presión inherente a un negocio donde la competencia era y es feroz:

Pero así y todo, sorprende que nunca existiesen versiones comerciales de ciertos juegos de Ultimate para otros ordenadores de ocho bits más allá del Spectrum, aunque las haya habido luego hasta para videoconsolas como la X-Box. Uno de esos juegos fue Atic Atac, del que sin embargo sí existió una versión para el BBC Micro no demasiado brillante, pero que habría proporcionado una buena base de cara a su «traducción» al 64, cuya CPU pertenece a la misma familia. Sin embargo, ha habido que esperar hasta la tercera década del Siglo XXI para verla cristalizar.

Haber tenido que soportar una espera tan larga es desde luego una lástima, pero en este caso se puede decir bien alto que nunca es tarde si la dicha es buena. O que más vale llegar tarde que no llegar. Los autores de la nueva versión de Atic Atac para el Commodore 64 han hecho un trabajo espléndido ofreciendo todo lo que cabría esperar en un ordenador como este, netamente superior al Spectrum en las facetas gráficas y sonoras.

Sin olvidar aquello que hizo del juego lo que es (un clásico) y que tanto nos ha divertido a lo largo de casi cuarenta años, Atic Atac 64 mejora sustancialmente el aspecto visual de los tres personajes con los que podemos jugar, así como de las 140 pantallas que conforman el tenebroso castillo donde transcurre la acción. Algunas tienen hasta ventanas, a través de las cuales se pueden observar destellos de relámpagos, un detalle en apariencia nimio pero que a mí me gusta mucho. La memoria extra ha permitido incluso añadir un curioso eastern egg que permite convertir a nuestro personaje en Sabreman:

Con él podremos completar una tarea extra al margen de la principal, que sigue consistiendo en reunir los tres pedazos de la llave que nos permitirá escapar del castillo, En ese sentido este Atic Atac no cambia un ápice respecto a lo ya conocido en el Spectrum, teniendo que hacer frente a los mismos retos y a los mismos monstruos con las mismas armas y los mismos «juguetes» que encontraremos desperdigados por ahí.

Hay sin embargo un aspecto de la jugabilidad que sí se ha modificado, y es la dificultad: el encontronazo con cualquier enemigo nos resta ahora más energía, lo que obliga a tener más cuidado en nuestras pesquisas sobre todo con lo sencillo que es comerse cualquier bicho, dado el errático comportamiento de la mayoría. No creo que sea mala idea, habida cuenta de que el Atic original era bastante fácil de acabar (el reto en su caso era acabarlo en poco tiempo antes que acabarlo en sí), y por tanto subir el listón de dificultad puede suponer un acicate para los posibles jugadores, muchos de los cuales vendrán «rebotados» de una versión para Spectrum que ya se conocen tan al dedillo que pueden completarla en seis minutos cuando lo normal es invertir en torno a quince:

Aunque también hay a quien la presunta dificultad aumentada del Atic para C-64 se la trae al pairo. Vean si no, vean: 

 

Estamos pues ante una magnífica conversión (en este caso denominarla remake tampoco sería un desacierto), cuyos autores demuestran lo bien que han sabido hacer las cosas, tocando lo justo y necesario para que el juego mejore sin que se pierda su esencia. Una tarea en absoluto fácil, por cuanto Atic Atac es como esas obras de arte en las que, si se te ocurre tocar algo por poco que sea, lejos de mejora nada la puedes cagar. Es más, tienes todas las papeletas para hacerlo si no te andas con mucho ojo. Está claro que los autores de este juego lo han tenido, y muy bueno además.

Se puede bajar gratis aquí.

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