La noticia saltaba hace unos días a las páginas de los tabloides ingleses, y por ello es de justicia enmarcar el titulo de este post entre signos de admiración, en la mejor tradición del periodismo sensacionalista más ruin y chabacano. No obstante, la noticia es cierta: ¡Sir Clive se divorcia!

Más claro, agua.

En su momento, y como era de recibo, me hice eco de la boda del creador del Spectrum. Siete años le ha durado a Clive su matrimoniada particular, que en este caso era la segunda como también lo era de su ahora ex, Angie Bowness, a la que conoció tras divorciarse de su primera esposa, con la que estuvo casado 23 años y tuvo tres hijos.

Los destinos de Clive y Angie se cruzaron en un club nocturno que él solía frecuentar en compañía de sus amigotes, siendo ella una pizpireta jovenzuela que, tras haber sido nombrada Miss Inglaterra, se ganaba la vida restregándose medio en pelotas contra una barra americana con el nombre ficticio de «Paris». Cuentan los epocales que pese a la diferencia de edad (se llevan 36 años) la atracción entre ambos fue instantánea, si bien la chispa del amor tardaría algún tiempo en surgir y se apagaría de forma intermitente hasta que Tito Clive le pidió finalmente matrimonio, consumado poco después de la mejor forma posible en casos como este: con una boda en Las Vegas. Tal como he indicado, era la segunda tentativa para ambos: Angie también había pasado por una experiencia matrimonial previa, que apenas duró pero que le dejó como recuerdo un hijo que ahora tiene 19 años.

God saves the Union Jack.

Por desgracia, a la segunda tampoco fue la vencida. Los rumores sobre el matrimonio llevaban meses circulando pero es ahora cuando Clive, haciendo un chiste fácil / obvio / burdo, ha perdido definitivamente la partida y ha visto el cartel de Game Over, culminando así lo que ha sido un verdadero annus horribilis para él: a sus 76 años ha pasado largo tiempo convaleciendo en el hospital, ha tenido que sortear los innumerables problemas del Spectrum Vega+, que debió haber salido al mercado hace meses, y ahora tiene que hacer frente a un divorcio que, tras la firma del papeleo legal el pasado mes de enero, se presume costoso y que, en declaraciones al respecto, Clive desea llevar «en la intimidad».

Aunque de momento llevar, lo que se dice llevar, no parece llevarlo mal: mientras Lady Bowness sobrelleva el mazazo «ahogada en un mar de lágrimas» según dicen, él ya ha encontrado consuelo en una antigua amiga y secretaria, con la que había tonteado de vez en cuando antes de prometerse a la Bowness. De momento la tinta del divorcio está demasiado fresca, pero quien sabe si Clive, cuya fama de conquistador nunca ha menguado, decidirá probar suerte de nuevo para verificar si es cierto eso de que a la tercera va la vencida.

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