Por razones obvias, la Navidad suele ser la época en la que compañías de software y desarrolladores de toda clase se ponen sus mejores galas. Incluso en el mundo de las computadoras clásicas como nuestro querido Spectrum, con una ola de novedades que llega a recordar los días en que partía la pana junto a sus coetáneos de ocho bits legándonos momentos inolvidables. Pero de todo lo que he podido probar estos días, lo que más me ha llamado la atención no es un nuevo juego para el Speccy sino otro que, aunque le haga un guiño al micro de Sinclair y exhiba un aspecto absolutamente retro, no es exactamente un remake y se destina a ordenadores modernos.
Me estoy refiriendo a Ultionus, creado por Andrew Bado para Windows, Mac y Linux como homenaje a Phantis y a la época dorada del software español, algo que no deja de resultar curioso. Porque si bien Phantis está considerado en España como un referente, en el extranjero las cosas no se ven del mismo modo pese a que el juego se pensó como una especie de “pica en Flandes” con la que romper la opinión generalizada de que los videojuegos españoles eran demasiado difíciles y más bonitos que divertidos. Vendido en Inglaterra como Game Over II para aprovechar la popularidad que Game Over gozaba en la pérfida Albión (tampoco tanta como juraban las revistas españolas) y pese a ser uno de los juegos españoles más sencillos de acabar, recibió sin embargo críticas muy tibias, sin nada que ver con las comidas de nabo procedentes de revistas como Microhobby en su país natal.
Unas tetas no ocupan lugar.
Pero entre todos esos extranjeros abyectos simpatizantes del eterno contubernio antiespañol, hubo algunos a quienes Phantis les causó una honda impresión y les dejó una huella que no se ha borrado. Y uno de ellos es el mencionado Andrew Bado, crecido en Ucrania al calor de los numerosos clones del Spectrum que poblaron como setas el antiguo mercado soviético de ordenadores domésticos, y que se ha lanzado a la palestra con un juego del que hay que decir que está bastante bien, demostrando que con las herramientas disponibles en la actualidad no es necesario ser un hacha programando para desarrollar un producto entretenido, bonito y hasta gracioso. Teniendo las ideas claras y un poco de habilidad se pueden hacer cosas como este Ultionus, que evidentemente va destinado a un público nostálgico de otra época pero que puede ser disfrutado por cualquiera dispuesto a concederle unos minutos. Lo único que no me gusta mucho es que perder una vida supone, al contrario que en el original, volver al principio del nivel en curso. El juego no es gratuito, pero el precio de venta (diez dólares, unos ocho euros al cambio), si bien tampoco lo consideraría barato, me parece al menos razonable. Teniendo en cuenta la cantidad de horas que Bado habrá invertido para alcanzar su objetivo, es justo que ahora quiera echarse unas cervezas a nuestra salud. Se las ha ganado, qué duda cabe.