Si hace unos días publicaba una Leyenda sobre la fascinante historia de Epyx Software, hoy toca publicar la segunda parte de aquel texto, en el que comento algunas impresiones sobre mi experiencia con “sus” juegos deportivos para el Spectrum. Y entrecomillo el “sus” porque en realidad no estaban programados directamente por Epyx, sino por empresas subcontratadas para la ocasión. Como buenos americanos de California que eran (y no hay nada más americano que ser de California) los chicos de Epyx no tenían ni idea de lo que era un Spectrum, artefacto procedente de las bárbaras tierras de Europa.
Un grupo de turistas europeos se dispone a desembarcar en las costas de los Estados Unidos, ante la atenta mirada de los lugareños.
Con todo, los yankis debieron ejercer el suficiente control como para impedir que los subcontratistas pariesen cagarros. Porque sin ser obras maestras ni acercarse a los productos genuinamente Epyx hechos para el Commodore 64, hay que reconocer que las conversiones de aquellos para el Spectrum rayaban a gran altura en algunos casos y en los demás el resultado solía ser bastante digno, algo a destacar si tenemos en cuenta la abismal diferencia de prestaciones existente entre el Speccy y el C-64.