Antes de nada, que nadie se ponga a la defensiva porque esto no es lo que parece: aquí no vamos a hablar de ningún programa telebasuresco sino del nuevo remake de La abadía del crimen, que añade el subtítulo extensum para que tratemos de entender lo que es. Porque si La abadía del crimen (1987) era una especie de GH en más de un sentido pero esencialmente por reflejar un escenario de convivencia entre hermanos, la nueva Extensum sería su versión VIP. Ampliada, magnificada y reformulada hasta el punto de que cabe plantearse si se trata en realidad de un remake u otra cosa diferente.
Porque aunque la base del programa sigue siendo la del original, el resto ha sufrido profundas modificaciones que van más allá del “lavado de cara” que se le presupone a un remake. Ahora La abadía bebe mucho más de las fuentes de El nombre de la rosa, tanto de la novela de Umberto Eco como de la película dirigida en 1986 por Jean Jacques Arnaud. Pero en especial de esta última, de la que el juego prácticamente calca algunas escenas y diálogos, trasladando igualmente a píxeles el aspecto de los principales protagonistas empezando por Sean Connery, aunque la palma se la lleva el gráfico del jorobado herético Salvatore, muy simpático todo él.
«¡Hola chatooooos!»
El escenario abadesco en el que fray Guillermo y su novicio Adso desarrollan sus pesquisas sufre también una profunda remodelación, a la altura de cualquier proyecto inmobiliario español en los buenos tiempos de la burbuja, y aunque se parece en poco al diseño original de Juan Delcán, mantiene el estilo que lo hizo célebre en su día. Como también cambia la jugabilidad, que ahora resulta mucho más “amigable”: se añaden secuencias cinemáticas que refuerzan el argumento y facilitan la resolución de los diversos enigmas que enfrentaremos a lo largo de la aventura, se suprimen algunas de las tonterías que añadían dificultad de manera absurda y se mejora muy mucho el control de los personajes, eliminando así factores que convertían una partida con La abadía del crimen en una experiencia frustrante. Tres décadas de evolución informática debían notarse de algún modo.
En resumen, nos encontramos ante un trabajo al que no cabe más que elogiar, aunque sólo sea por los dos años que sus autores han sacrificado por él para, finalmente, ponerlo a disposición del público completamente gratis. Teniendo en cuenta el carácter minoritario del proyecto, basado en un juego difícil de digerir hasta para muchos nostálgicos de la llamada “edad dorada” del software español, La abadía extensum les ha quedado muy digna. No tanto como actualización del original (en realidad mucho más que eso) creado por Paco Menéndez hace una treintena larga de años, sino como intento de acercar un concepto de juego que ya en 1987 mostraba numerosas grietas y sólo animaba al desengaño. En cualquier caso, enhorabuena.