O eso opinarán muchos a buen seguro, merced a las noticias en relación con el doping en este deporte aireadas durante años, que destacan más que las relacionadas con el deporte en sí. El último ejemplo de ello lo hemos tenido hace muy pocos días con las declaraciones del chalado de Floyd Landis, que han ocupado más espacio y tiempo en los medios que la disputa del Giro de Italia, del que pasan como de la mierda hasta los propios italianos. Bien es verdad que, en relación a esto, buena parte de culpa la tienen los mass media, cuya basurización durante las últimas décadas, progresiva y sin frenos, ha ido en consonancia con la pérdida de credibilidad y profesionalidad del gremio periodístico, aunque ésa ya es otra historia.
La Cañada Real Galiana de Madrid, semillero de futuros ases de la bicicleta.
Nada que ver con lo que pasaba hace escasos veinte o treinta años. Entonces los ciclistas eran dioses, se les rendía pleitesía allá por donde pasaban y su esfuerzo era reconocido hasta por los detractores de la bicicleta, que siempre los ha habido y siempre los habrá. No es la primera vez que trato sobre el particular en la web y hace unos años, aprovechando la relectura de un curioso libro combinada con unas partiditas a cierto videojuego, diserté sobre el asunto en el siguiente (y curioso) editorial: