Siempre he dicho, pública y privadamente, que el año 1988 fue para mí raro, extraño. Fue el año en el que dejé atrás mi infancia para dar paso a la adolescencia, con el hecho determinante que supuso acabar la EGB para comenzar el BUP. Mis profesores de lo que entonces era el octavo y último año de básica se habían pasado todo aquel curso atemorizándonos ante la que se nos venía encima. El “mundo adulto” se cernía sobre nosotros inexorablemente, en la forma de un sistema donde todo iba a ser mucho más rígido y controlado, y con la supuesta amenaza de ver arruinadas nuestras vidas si no dejábamos atrás nuestra mentalidad infantil para amoldarnos al “nuevo orden”, que exigía compromisos y responsabilidades propias de las personas mayores que (se suponía) íbamos a ser en cuanto pisásemos un instituto por primera vez. La experiencia me confirmó más o menos lo que me imaginaba: el bachillerato era una extensión de la misma mierda de sistema “educativo” que había padecido en mis años de EGB, con el agravante de que los conocimientos adquiridos eran aun más inútiles y la gente que me rodeaba era todavía más imbécil que antes, que ya es decir.
Los profesores son los bichos verdes.
Para el Spectrum aquel año 88 también fue algo distinto a los demás, ya que marcó el inicio de su declive como “punta de lanza” de la informática doméstica europea. Durante los últimos meses del año anterior ya se hizo evidente que las máquinas de 16 bits (PC, Amiga y Atari ST principalmente), mucho más modernas y mejor adaptadas para hacer frente a los nuevos tiempos que se avecinaban, venían pisando fuerte. El transcurso del nuevo año vendría a confirmar la sensación de que el fin de la época del Spectrum y de sus entrañables coetáneos de 8 bits era sólo cuestión de tiempo, y esa sensación se haría más palpable tras el verano. Por supuesto que el veterano Speccy todavía tendría cuerda para rato (algunos, sinceramente, no pensábamos que tanta); pero era un hecho que las cosas estaban cambiando a marchas forzadas, y un signo claro de ese cambio lo tenemos en las míticas Micromanía formato “sábana” que se estrenaron en junio, cuyo enfoque hacia nuevos mercados era evidente y se acentuaría a partir de los últimos meses del año, aunque lógicamente el Spectrum seguiría gozando de un marcado protagonismo aún durante mucho tiempo.
El verano de 1988 fue sin duda “el último verano”. Para mí, el último de mi infancia. El que marcó el fin de una etapa en mi vida y el comienzo de otra nueva, plagada de incertidumbre, de nuevos descubrimientos y retos. Para el Spectrum también, pues fue el último verano en que pudo gozar claramente de su posición dominante, de rey indiscutible del castillo. El año siguiente ya no sería igual, pero esa es otra historia.
Somos de la misma quinta, prácticamente. Tú te «licenciaste» de la EGB en el 88 y yo en el 89.
Estoy leyendo tus artículos y estoy flipando con los recuerdos que me inspiran todas esas imágenes. Pero esa portada de la MM con Turbo Girl… dios, qué buenos momentos pasé con esa revista en aquellos momentos de púber despertar… 😀
Me da mucha pena no haber conservado todo aquel material, incluido mi Spectrum+ de Inves…
Por cierto, he llegado a tu página tras buscar pokes para el «Elecciones Generales», que tenía un asuntillo pendiente con él, jeje. Y es frustrante ver como ni siquiera el dinero infinito te da la más mínima esperanza de ganar… Como simulación de aquel año electoral no estaba mal, pero ahora la cosa creo que cambiaría bastante… :-/
Un gran trabajo el tuyo, ¿eh? Aún voy por el año 2008, pero hay que decir que mola mucho ver a alguien capaz de volver la vista atrás y escribir sobre ello. 🙂
Se agradecen los cumplidos. Elecciones Generales es un juego estupendo, pero hay que planteárselo con la idea de disfrutarlo sin más. Su gracia reside ahí. Ganar las elecciones se antoja imposible.