Junto a los de Paco Menéndez, “Gonzo” Suárez, los hermanos Ruiz de Dinamic y Paco Pastor, el nombre de Javier Cano forma parte de lo que podríamos llamar el “grupo de sabios” que cimentó el que llegaría a ser el segundo mercado de videojuegos más importante de Europa durante los ochenta, realizando además una aportación vital pese a ser el último en llegar. Porque este antiguo aparejador tenía ya más de 27 años cuando en 1985 decidió aparcar su trabajo y dedicarse a hacer juegos para ordenador, tarea en la que se estrenó con MapGame reciclando un concepto que había estado muy de moda en los primeros días del Spectrum, cuando el micro inglés aún era visto como algo más que una videoconsola con teclado. Tres años después los juegos educativos estaban desfasados y Cano y su socio en aquel envite tuvieron que vender copias de su programa en el Rastro de Madrid porque nadie lo quería distribuir, pero ese teórico revés se convertiría finalmente en el golpe de suerte que estaban esperando cuando un preboste de Erbe Software, que casualmente paseaba por allí un domingo, se fijó en ellos y les puso en contacto con la empresa, que adquirió el juego y les ayudaría a producir Las Tres Luces de Glaurung, a juicio de muchos el verdadero origen de la época dorada vivida por el software español durante la segunda mitad de la década al ser el germen de Topo Soft.
La puesta en marcha de la firma con la que Erbe se convirtió en desarrolladora de videojuegos además de distribuidora fue, en buena parte, responsabilidad de Javier Cano, que como principal coordinador era también responsable de su funcionamiento. Había sido cocinero antes que fraile, así que conocía bien los entresijos del mundillo y sabía cómo motivar a su gente para que diese lo mejor de sí, escogiendo las mejores ideas y llevándolas a buen puerto. Su contribución resultaría decisiva para que Topo se alzase como la única oponente seria ante la hegemonía de Dinamic, la mayor casa de software española y la única con una proyección internacional realmente destacable. Sustituido en su puesto de forma sorprendente, decisión que todavía hoy es motivo de controversia, fundó Animagic Software junto a otros excompañeros suyos, bajo cuyo sello se editaría uno de los últimos clásicos del software español, Mortadelo y Filemón II, en 1990. Con el fin de esa época, y como en el caso de tantos otros relacionados con ella, el nombre de Javier Cano pasó a ser el de un ciudadano anónimo más, aunque siguió vinculado al mundo de la informática profesional (y de alguna forma, a su antigua labor de grafista) como desarrollador de contenidos multimedia para catálogos electrónicos, enciclopedias en CD / DVD y páginas web.
Javier Cano, a la derecha, durante sus tiempos en Animagic (foto: revista Microhobby).
Como ya sabrán a estas alturas casi todos los que se hayan molestado en leer hasta aquí, Javier Cano Fuentes murió el pasado 17 de octubre por causas que no han trascendido. Al parecer la noticia saltó en Twitter y enseguida se extendió como un reguero por todo Internet, lo que permitió a viejos amigos, compañeros y admiradores rendirle tributo y darle un último adiós. A diferencia de personalidades como Paco Menéndez, cuyo fallecimiento tuvo que esperar años para ser confirmado, la universalización de la red global ha permitido que los grandes nombres del pasado de los videojuegos tengan nuevamente la relevancia pública que nunca debieron perder. Sin duda para bien. Pero en ocasiones, y más ante hechos que afectan a personas todavía jóvenes, también para mal.
En nombre de todos los miembros de topo soft. gracias por vuestro emotivo recuerdo.
Un saludo a todos
-AF-
se extraña la falta de estos genios. hago un comentario medio fuera de asunto, pero que para mi tiene mucho ver; es como que al mundo le hace falta esta gente. nos quedamos sin moebius y tantos otros dibujantes de aquella «epoca dorada» que eran mi aspiración de dibujante, mi «envidia sana». haria falta clonar esta gente, para contrarestar esa mentalidad de hoy en dia, tan material, tan pobre.
Ése es el problema, a nivel del mundo del arte y la cultura en general: porque todo el mundo se tiene que morir algún día, pero nadie viene detrás para sustituir a los que se van. Claro indicativo de la época que nos ha tocado en suerte.
Borro: Gracias a vosotros, chicos.
Gracias por tan bonitas palabras. Sólo hago una corrección, su nombre completo era Francisco Javier Cano Ciruelas.
Gracias a tí. Este hombre no se merecía menos. respecto al nombre completo, y aunque parezca mentira, ahora mismo no recuerdo de dónde lo saqué. Tomo nota para corregirlo.