Y en el caso de Steve Jobs bien cierta que será esta frase, original de Marco Tulio Cicerón. Para la mayoría, y más ahora que ha muerto, Jobs fue un genio y un visionario. Para el resto, entre los que me encuentro, fue poco menos que un vendedor de humo y un trilero. Sin embargo no es posible obviar lo que su trabajo significó para que la informática entrase en los hogares de todo el mundo.
«Dadme una manzana y cambiaré el mundo».
En principio no pensaba escribir nada sobre el fundador de Apple porque con todo el mundo haciéndose eco de su fallecimiento no lo veía necesario, y menos en una web como esta. Pero luego recapacité y lo pensé mejor: el Spectrum también le debe algo al tío que construyó un imperio desde un garaje armado con un soldador y una caja de madera. Y a buen seguro que su historia y la de sus eternos enemigos de Commodore, Amstrad o el formato MSX habría sido muy distinta sin Apple de por medio. De hecho, el C-64 nació para competir directamente con los chismes de la manzana. Jack Tramiel, Clive Sinclair, Alan Sugar… Todos envidiaban el éxito de Steve Jobs y trataron de imitarlo a su manera. Y luego está el videojuego en cuyo desarrollo intervino Jobs, el Breakout, que con los años se convertiría en uno de los más recordados para micros de ocho bits en general y Speccy en particular. Tito Steve habrá sido un vendedor cojonudo antes que un mago de los ordenadores, pero la realidad es que todos le debemos una. También el Spectrum.