Viene de Videojuegos deportivos Epyx: un poco de historia.
Respecto a los juegos de Epyx (y no únicamente los de carácter deportivo) reconozco que llegué tarde y mal. Tarde porque no fue hasta 1987 que probé mi primer juego de la compañía (el World Games) y mal porque, como en tiempos del Spectrum no pude conseguir muchos, hubieron de pasar años hasta que pude jugar al resto con la ayuda de emuladores, e incluso fue entonces cuando me enteré de que juegos que yo creía exclusivos del C-64, como Summer Games, habían tenido su versión para Speccy.
Uno de los aspectos más positivos de los programas deportivos de Epyx, más allá de sus cualidades técnicas, era que buscaban introducir innovaciones en un mercado cada vez más saturado, incluyendo pruebas atléticas cada vez más originales y en muchos casos nunca vistas antes en un juego de ordenador. Además, para mejorar el resultado final, muchas veces obligaban a cargar cada prueba por separado desde el casete. Podía ser un poco coñazo jugar, pero siempre pensé que lo que se ganaba en calidad y variedad compensaba la tensa espera entre prueba y prueba. Otro de sus aspectos positivos era que primaban la maña en el uso del teclado sobre el mero hecho de aporrearlo rabiosamente, cosa que agradecían sobre todo nuestros queridos “gomas”, siempre poco dados a soportar semejante vapuleo.
Al principio era un poco complicado jugar hasta que le cogías el tranco al manejo del personaje; manejo que además solía variar en cada prueba porque cada una era diferente, lo que complicaba aún más las cosas. Era una traba que producía cierto desánimo al principio, pero cuando lograbas superarla el juego se hacía realmente interesante. Sobre todo si jugaban varias personas que “pilotasen”, porque esa es otra: los deportivos Epyx fomentaban las relaciones sociales, ya que todos los participantes debían ser controlados por jugadores de carne y hueso. Podías jugar tú solo, escogiendo un país y controlando a su representante, pero entonces la competición se limitaba a una especie de “paseo” por las diversas pruebas, que carecía totalmente de interés al no tener rivales contra los que competir. Evidentemente, jugar así era un aburrimiento. Existía el recurso, como “mal menor”, de jugar controlando uno mismo a los representantes de varios países, pero cabía la posibilidad de sentirse frustrado por jugar contra uno mismo y perder…
Street Sports Basketball, uno de los pocos programas deportivos de Epyx que se pueden jugar si detestas el contacto con el resto de la humanidad.
Como ya he comentado, de todos los juegos deportivos de Epyx que tuve World Games fue el que más me gustó. En mi opinión es también el mejor de la saga, aunque sólo sea por los antológicos “piques” que tenía con mis hermanos tratando de saltar más barriles o intentando la quebrada más chula. Con los años, ya dentro del mundo de los emuladores, he dado con gente que opina que World Games fue superado por los programas de la serie The Games (Winter y Summer Edition, lanzados con ocasión de los Juegos Olímpicos de Calgary y Seúl respectivamente). Pese a que eran dos estupendos juegos (sobre todo el segundo), sus pruebas eran mucho más tradicionales. Además, vieron la luz en un momento en que el género de olimpiadas estaba pasando de moda, por lo que su repercusión se diluyó bastante entre otros lanzamientos de mayor calado entonces como el Tetris. Yo al menos no me preocupé demasiado por conseguirlos porque ya estaba hastiado de esta clase de juegos. No fue hasta mediados los años noventa que los probé en casa de un amigo que todavía tenía un +2.
Practicando ciclismo en pista con The Games: Summer Edition.
Tampoco podemos dejar de lado algunos hechos curiosos relacionados con estos juegos. El Winter Games, por ejemplo, salió para Spectrum a mediados de 1986. A principios de ese mismo año se había publicado para el Commodore 64, siendo recibido con los brazos abiertos por la crítica. En la Micromanía de marzo llegaban a puntuarlo nada menos que con un 10 (diez, ¡el único juego que ha recibido esa puntuación en toda la historia de la revista!). Lo más divertido era que unas páginas más allá se publicaba la crítica de Uridium, también para C-64, en la que el redactor se quejaba con sorna de que una revista inglesa lo había puntuado… con un diez.
En fin. Luego pude comprobar que lo de Winter Games no era para tanto, ni en su versión para el micro americano ni en la del Sinclair. Era un buen juego desde luego, pero estaba terriblemente descompensado, mezclando pruebas divertidas y bien hechas (saltos de trampolín, biathlon) con otras aburridísimas y ciertamente pobres (las de patinaje, particularmente en el Spectrum, eran una auténtica “costra”). Pese a ello el esfuerzo de los autores de la versión Speccy me pareció muy loable, y teniendo en cuenta las limitaciones del ordenador el resultado fue más que digno, sobre todo en el apartado gráfico. No puedo decir lo mismo de California Games: la versión para el pequeño Spectrum resultaba penosa comparada con la del Commodore.
httpv://www.youtube.com/watch?v=1j362vuW5pg&feature=related
httpv://www.youtube.com/watch?v=UpXSM10QH4A
En estos videos puedes comparar la prueba de hot dog aéreo de Winter Games en sus versiones para C-64 y Speccy. Las diferencias saltan a la vista, pero en esta ocasión el modesto Spectrum consigue estar a la altura.
Punto y aparte merece Final Assault. Aunque se salga del patrón de los juegos sobre los que he escrito hasta ahora en esta Leyenda, me apetece mucho contar cosas sobre él porque me fascinaba. La cosa tiene miga porque no es ni de lejos el mejor juego deportivo publicado por Epyx, pero debía tener “algo” especial. Lo más curioso es que ni siquiera recuerdo qué fue lo que me impulsó a comprarlo; de hecho nunca me ha gustado el montañismo, aunque sienta admiración por las hazañas de colosos como Reinhold Messner o Juan Oiarzábal. Supongo que me pareció original y curioso, hasta el punto de considerar que merecía la pena gastarse dinero comprándolo. Y eso que había leído una crítica en Micromanía donde le daban una nota más bien floja. Al final me lo compré sin vacilar mucho, pero con lo que no contaba era con que me acabaría enganchando. No tanto como con otros juegos, desde luego, pero sí lo bastante como para llegar a dominarlo y a disfrutar con él. No es que fuese gran cosa, pero me lo pasaba pipa eligiendo equipo y ruta de ascenso, para luego luchar contra la montaña hasta llegar a la cima.
Después de eso ya no volví a reparar en más novedades de los californianos. Estar al tanto de los lanzamientos en materia de juegos dejó de interesarme, así como eso de ser el primero en tener lo último, que tanto me había molao en otra época. Hasta el punto de que muchos juegos los probé finalmente al cabo de bastantes años de introducirme en el mundillo de la emulación, caso de los ya citados The Games. Pero lo que más me sorprendió fue encontrarme un día con que se habían realizado versiones para Spectrum de Summer Games I y II, juegos que yo siempre había creído exclusivos del Commodore 64. Estas conversiones, lanzadas en el marco de una compilación que nunca llegó a venderse en España, salieron en 1988, en un momento en que el Spectrum y los juegos de olimpiadas, que tan populares habían sido unos años atrás, vivían su ocaso definitivo. Aquello se notó en la calidad de los juegos, que parecían hechos a toda prisa y desde luego no llegaban al listón alcanzado en su día por Winter Games o World Games. Definitivamente, como el World Games ninguno, aunque solo sea por esos históricos “piques” con mis hermanos.
Lo más cercano a una mierda que ha hecho Epyx. Y con eso y todo a mí me entretenía.