Hace unos días estuve viendo The Damned United, película de la BBC centrada en la figura de Brian Clough, que muchos consideran uno de los mejores entrenadores de fútbol ingleses de siempre. Conocido por su deslenguado carácter tanto como por su desmedido ego, Clough forjó su leyenda durante la década de 1970, en la que junto a su ayudante y amigo Peter Taylor, se especializó en tomar las riendas de clubes modestos para llevarlos a lo más alto. Así, condujeron al Derby County desde la Segunda División hasta la conquista de su primer título liguero en 1972, y más tarde a una semifinal de la Copa de Europa en la que fueron eliminados con gran polémica por la Juventus de Turín. Pero la llave del Olimpo futbolístico se la ganó entrenando al Nottingham Forest, un pequeño equipo de provincias que militaba en Segunda al que llegó tras una breve y desastrosa etapa al frente del Leeds United, el mejor equipo inglés de la época. Allí, y de nuevo formando sociedad junto a Peter Taylor, con el que se compenetraba a las mil maravillas, aquel hombre especie de mezcla entre Javier Clemente y Arsenio Iglesias conquistó una Liga y dos Copas de Europa consecutivas, algo que ningún entrenador inglés ha vuelto a lograr jamás.
«Soy leyenda y vosotros no. Os fastidiáis».
En 1987 los años gloriosos de Clough como entrenador habían quedado atrás, pero seguía siendo una figura inmensamente popular. Fue entonces cuando salió un videojuego que utilizaba su nombre y su imagen, lo que era y es muy poco común por cuanto suelen ser los futbolistas y no los técnicos los que habitualmente disfrutan ese privilegio. Brian Clough´s Football Fortunes era tan peculiar como su protagonista, pues antes que un juego de ordenador era un juego de mesa en el que el Spectrum ejercía como maestro de ceremonias y “arbitro” entre los participantes, siempre de dos a cinco. Como es de suponer, estos debían representar el papel del manager de un equipo de fútbol, al que había que conducir hasta la cima del fútbol nacional (inglés) primero y europeo después.
Ni que decir tiene que nunca en la vida he jugado con este extraño invento, pues aunque Brian Clough era un personaje conocido por muchos aficionados al fútbol de toda Europa merced a sus logros, era en su Inglaterra natal donde realmente partía el bacalao. Sus extravagancias, recogidas para la posteridad en entrevistas televisivas o altisonantes declaraciones a la prensa, le hicieron granjearse admiradores y detractores a partes iguales. Por ello Football Fortunes fue un completo desconocido lejos del territorio británico (en España nunca se vendió oficialmente). Sin embargo tampoco fue muy popular en su tierra pese a tratarse de un producto novedoso, pues era la primera vez que un juego de mesa se complementaba con los ordenadores domésticos para mejorar la experiencia de uso durante la partida.
httpv://www.youtube.com/watch?v=kjTLsiKTKTU
Brian Clough: «¿Alguien dijo Subbuteo? Eso es una versión para maricones del fútbol con chapas. El mío sí que es un auténtico juego de fútbol llevabo al tablero».
Por ello no tiene mucha lógica analizar esto como videojuego sin más, ya que de ningún modo podremos valorarlo de un modo justo. Aquí el Spectrum es parte de un conjunto, por lo que jugando sólo con él veremos un producto claramente inacabado, soso y pobre, sin ninguna característica que nos haga pensar que estamos ante un videojuego lanzado en 1987. De todas formas mentiría si dijese que no me apetece pillar el juego completo, buscar a tres o cuatro colegas y echar una partida con esta curiosidad. Tratándose de algo que lleva el nombre de un tipo como Brian Clough fijo que sería una experiencia interesante.
Mezclar videojuegos y juegos de mesa siempre me ha parecido un tanto extraño…
Por cierto, gran personaje este Brian Clough, siempre me impresionó la epopeya que consiguió con el Forest.
Yo admito que lo más cercano a esto que he conocido es el Atmosfear, que tampoco es que se le parezca mucho porque no hablamos de un «videojuego de tablero», sino de un juego de mesa acompñado de una cinta VHS, donde sale un tío hipermaquillado aprovechando la mínima para tocar los cojones.
Y sí, Brian Clough era muy grande. Y tal vez podría haberlo sido más si el alcohol no se hubiese cruzado en su camino, aunque eso a los de Nottingham no les importa porque le siguen teniendo en un pedestal. No es para menos.