Hay que reconocer que a estas alturas resulta sorprendente la gran cantidad de programas nuevos que surgen para nuestro querido Spectrum. Ha pasado mucho tiempo desde la muerte «oficial» del micro de Sinclair en 1992, y parece mentira que transcurrido todo este tiempo y en pleno 2005, todavía haya gente dispuesta a sacrificar parte de su tiempo libre en crear nuevos programas para este ordenador, toda vez que buena parte de esa gente frisa o supera ya la treintena, y lo lógico sería pensar que tienen cosas más importantes que hacer. Pero no, ahí tenemos a un buen montón de gente, currándose nuevas creaciones o «remakes» para PC de viejos clásicos del Spectrum. El «mercado» lleva tiempo en plena ebullición, y más ahora que se publican regularmente en el Trastero un montón de programas inéditos hasta ahora, que a buen seguro nunca habrían visto la luz de no ser por el esfuerzo desinteresado de una serie de personas, incluidos los autores que los han cedido amablemente para disfrute de los aún locos por nuestro querido aparatito.
Esta situación resulta prácticamente inédita en otros sistemas caseros de los 80, donde no se produce tal grado de actividad ni en sueños. Y ya no hablo sólo de juegos: el Spectrum es objeto de conferencias, concursos, exposiciones, kedadas entre usuarios y otros eventos que no se suelen producir en otras comunidades de aficionados a los ordenadores antiguos. No al menos con la frecuencia y la capacidad de convocatoria que tienen las relacionadas con el mundo Sinclair.
Por falta de tiempo no suelo ser muy asiduo a visitar páginas de retrogaming, grupos de news o todo lo que esté relacionado con esta faceta de mi vida. Y me agrada mucho encontrarme con que, cada vez que me doy un «paseo» por estos sitios, los encuentro en plena actividad y cargados de jugosas novedades. Es algo de lo que los antiguos usuarios de ordenadores Sinclair debemos enorgullecernos. No sólo hay gente que lucha por conservar nuestro patrimonio histórico como juegos, revistas, manuales. También hay gente dispuesta a acrecentar ese patrimonio, en muchos casos sin pedir nada a cambio, y eso es algo que debemos agradecerles y por lo que debemos considerarnos afortunados.