Aunque hace tiempo que tenía en mente escribir este post, la más que segura aprobación de la llamada “Ley Sinde” casi como que me ha hecho que me lo piense. Porque sí, confieso que para escribir esto he usado material sujeto a las férreas normas del Copyright, así, con C mayúscula. Sin permiso de su autor y sin pagar por ello. Y no sólo eso: voy a añadir fotos y el resultado lo voy a poner a disposición de todo bicho viviente en Internet, ese invento diabólico destinado a convertir a nuestros artistas en homeless y provocar con ello el fin de la sociedad civilizada.

Esta foto ilustra el futuro que le aguarda a Alejandro Sanz. Y todo por nuestra puta culpa.

Porque además, y por si fuera poco, este texto va a girar en torno a la trayectoria de una casa de software cuyo antiguo preboste no se tomó muy bien que cualquiera pudiese disfrutar sus juegos en la Red. Al menos eso es lo que se cuenta de Paul McKenna, que mandó una serie de cartas a WOS, la Biblia del Spectrum, denegando la libre distribución del catálogo de su empresa en unos términos muy poco amables, que enfurecieron a la comunidad y la predispusieron contra un hombre que ya de por sí no disfrutaba de la mejor fama del mundo.

Y es que las malas lenguas comentaban, ya en los ochenta, que McKenna era un tipo polémico y desagradable. Salvando las distancias, una especie de Kenneth Lay de los videojuegos, típico caradura oportunista de los que surgen a la vera de negocios en expansión, más preocupado en su propio beneficio que en el de su empresa y el de los empleados que tiene a su cargo, que en el caso de McKenna tampoco es que hablen muy bien de su antiguo jefe. Lo cierto es que quien habría de ser dueño de una de las creadoras de videojuegos más legendarias de Europa empezó virtualmente desde la nada, fundando una pequeña compañía llamada Thor Computer Software, que sería responsable de un juego que siempre me cayó simpático y hasta gozó de cierta popularidad: Jack and the Beanstalk.

La primera pantalla de Jack and the Beanstalk.

Pero la trayectoria de Thor nunca abandonaría la senda de la mediocridad. Muchos de sus juegos recibieron palos de la crítica y del público. Harto de navegar en el proceloso océano de las medianías, McKenna planeó un golpe maestro: del mismo modo que Dannii Minogue optó por convertirse en un clon de su hermana Kylie para asaltar la cima del éxito que se le resistía, Paul McKenna convirtió a Thor en un clon de la empresa europea de videojuegos por antonomasia: Ultimate. La diferencia es que mientras Dannii nunca dejó de ser la Carla Duval del pop, McKenna triunfó hasta el extremo de superar en ocasiones a sus “maestros”.

Que un simple cambio de nombre lograse variar tan radicalmente el destino de una empresa resulta increíble, aunque en ello influyeron también otros factores. Para empezar, y al menos a mi modo de ver, la falta de información le hizo un enorme favor a McKenna: en un mundo sin Internet y con muy pocos medios de información dispuestos a contar los entresijos de un negocio por entonces minúsculo, casi todo el mundo se tragó que Odin Computer Graphics era una empresa nueva. Y la verdad es que en cierto modo lo era, pues si en el caso de Thor ésta se nutría de la producción de voluntariosos freelancers que trabajaban por su cuenta, Odin recurrió a programadores fichados específicamente para formar parte de una plantilla y trabajar codo con codo, en equipo, dentro de las oficinas que la compañía había alquilado en Liverpool.

Y además formaban un buen equipo, como demuestra que desde el principio sacasen a relucir una magia que ríanse ustedes de la de David Coperfield. Porque otro rasgo curioso de Odin era que, a pesar de ser unos copiotas, lograban dotar a sus juegos con una personalidad propia que los sacaba de la senda “ultimatiana” que les inspiraba. Y el resultado, como ya he dejado caer dos párrafos más arriba, incluso podía superar al original. Así, Nodes of Yesod es mejor que Underwurlde, más simpático, más variado y gráficamente más rico; y Robin of the Wood, aparte de tener una carátula y una pantalla de carga preciosas, también superaba a Sabre Wulf en aspectos como el de la ambientación. Quizás no fuese mejor en conjunto, pero tampoco le iba a la zaga. Ni los chinos, especialistas mundiales en el arte de la “ingeniería inversa”, habrían conseguido un logro semejante.

httpv://youtu.be/Mjhbyc_BoRA

No es la primera vez que alguien resume la historia de Odin Computer Software en su página web. Ni seguramente será la última, merced a la especial conjunción de factores resumida a lo largo de este artículo, la cual posibilitó un fenómeno único dentro del software europeo de los ochenta. Un fenómeno al que sólo le hizo falta un trío de juegos para encumbrarse. Con posterioridad se publicarían un puñado de juegos más con el logo de la casa de Liverpool, pero no alcanzarían ni la calidad ni la popularidad de los que la hicieron famosa.

En este sentido, la falta de medios para recabar información habitual en la época también jugó a favor de la consolidación del mito: fueron muchos los que desconocieron la existencia de juegos que bajaban la media de calidad de la marca como Hypaball o The Plot, muy poco publicitados en su momento (menos aún en España) hasta que Internet desveló el pastel. Yo mismo creía, hasta hace relativamente poco tiempo, que Odin sólo había sacado al mercado Nodes of Yesod, Robin of the Wood y Heartland. The Arc of Yesod era una chusca segunda parte publicada por otra compañía, mientras que Sidewize, el único juego de Odin aparte de sus “tres grandes” que gozó de una distribución en condiciones, fue publicado por Firebird, que había adquirido el sello un tiempo atrás.

Robin of the Wood, o cómo crear un gran juego a base de abigarradas dosis de bucolismo.

¿Y mi favorito, ya puestos? Sin duda Robin of the Wood, aunque para juzgarlo así también cuenten aspectos puramente subjetivos, pues siempre me ha atraído todo lo relacionado con la época medieval, incluyendo la leyenda del arquero de Sherwood. Pero dejando a un lado eso, el juego estaba y está muy bien hecho, quizás no tan bien como Nodes of Yesod, considerado por muchos como el mejor juego de la compañía. No tan variado gráficamente, es verdad. Algo más monótono y lineal, quizás. Sin embargo tenía una ambientación muy atractiva, que acababa enganchándote. Además, sabiendo los pasos a seguir y armados con un buen mapa, era posible acabar el juego sin trucarlo y sin necesidad de ser un superdotado del joystick, algo poco frecuente en aquel entonces. Yo mismo lo conseguí. A base de paciencia eso sí, porque había que echarle como poco un par de horas y la partida no se podía grabar. Pero recuerdo haber disfrutado mucho.

httpv://youtu.be/OefVjjSNueE

Algo que sigo haciendo actualmente, porque el juego no ha envejecido mal y todavía vale la pena dedicarle un hueco, con la ventaja de que puedes grabar la situación de la partida si usas un emulador en lugar de un Spectrum de verdad. Pero que Robin of the Wood siga siendo mi Odin favorito no quiere decir que el resto no me gusten. El Nodes sigue siendo demasiado difícil, pero es indudablemente el más simpático de todos y tal vez el más conseguido técnicamente. En cuanto a Heartland, quizás el programa más injustamente olvidado de la compañía, pude conseguirlo a los pocos días de que viese la luz y al instante me encandiló por su extraña estética, una mezcla entre medieval y futurista que sin embargo no abandonaba el Odin flavour de productos anteriores. Su dificultad andaba más o menos ahorquillada entre Nodes y Robin, aunque no escaseaban las ocasiones para ponerse de mala leche o sufrir lipotimias.

httpv://youtu.be/WIUr332ozuM

Inicialmente pensaron en titularlo Heart-Attack Land.

Algunos podrán discutir el puesto de Odin Computer Graphics entre las grandes creadoras de videojuegos para Spectrum, por lo peculiar de una trayectoria con sólo tres programas realmente conocidos y los detalles de sordidez que la rodean. Paul McKenna podía ser un cabrón y los productos más famosos de su empresa un ejercicio de caradura, pero la realidad es que se las apañó para edificar un mito en menos de un año logrando que perdurase hasta nuestros días, algo de lo que pocos pueden presumir.

10 thoughts on “¡¡Por Odín!!”
  1. Enhorabuena por el artículo.

    Siempre me fascinaron los juegos de esta compañía desde que conocí Nodes of Yesod… siendo un fan de todo lo relacionado con Ultimate, me preguntaba en aquel entonces, si no serían la misma compañía pero en algún tipo de estrategia comercial de los hermanos Stamper.
    La música de Heartland todavía resuena en mi cabeza y Robin era un prodigio técnico de la época.

    Gracias por traer de vuelto estos auténticos clásicos.

  2. Danni Minogue como la Carla Duval española… excelente analogía XD

    Gran artículo, no todo sea hablar del tito Clive!

  3. TobiSham: Carla (descanse en paz, la pobre) y La Hermaníssima son dos colosas. Se merecen el homenaje y más.

    Respecto a lo de Tito Clive… hombre, no sólo se habla de él por aquí, aunque hay que reconocer que últimamente el hombre es una fuente inagotable de noticias xD. Lo cierto es que él representa una mínima parte de los casi 300 post que tienes para elegir en esta web.

    😉

    Un abrazote:
    Leo

  4. Pues muy interesante la historia y los juegos no conocía ni a la compañia, aunque creo recordar ver esa carátula del Astronauta en alguna revista o quizás la vi en alguna caratula real…

    Lo bueno que cuentas es eso, que con solo 3 videojugos remarcados en su haber, a día de hoy se les recuerda como una de la grandes… si me permitís un simil, algo similar a lo de Esteso y Pajares en tierras patrias, los cuales solo filnrón conjuntamente 3 peliculas y el populaccio cree que han sido más de una veintena…

    Excelente y didáctico artículo.

  5. para que tengas una idea, las melodias de los juegos de odin me acompañan hasta hoy en dia y dos por tres no me sorprendo tarareando o silvando, camino al trabajo, un heartlad, sidewiss, nodesofyesod y otros en ritmo de
    tarantela. que genios estos tipos!
    demas esta decirte que como siempre los textos estan muy buenos, gracias!

  6. De nada. La verdad es que de la melodía que más me acuerdo siempre es de la del Robin of the Wood, que incluso en la versión para Spectrum de 48 Kb es una preciosidad.

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