1988 es uno de esos años que suelen pasar haciendo mutis por los libros de historia, aunque en su seno oculten acontecimientos capitales para entender el devenir posterior de la humanidad. En el transcurso de aquellos doce meses, por ejemplo, la invasión soviética de Afganistán alcanzó un punto de inflexión que desembocaría en la retirada definitiva del Ejército Rojo a principios del año siguiente, precipitando de modo indirecto la desaparición de la URSS y el final de la Guerra Fría. Casi al mismo tiempo, Stallone hacía una contribución inestimable a la liquidación de la hidra marxista estrenando Rambo III, hasta entonces la película más cara de la historia, cuyo desmadrado rodaje y delirante resultado final serían claves en el ascenso de Sly al altar de los mitos del cine. En julio Katsuhiro Otomo estrenaba Akira, dos horas de incomprensible batiburrillo anime objeto de las pajas de millones de otakus, pero sin el cual no se puede entender la enorme expansión vivida por el género durante la década siguiente.
«¿Que tengo cara de simio? ¡Te voy a meter, enano de mierda!»
1988 fue capital también para el mundo de los videojuegos, pues fue el año en que el Tetris empezó a hacerse famoso. Por entonces el juego ya tenía a cuestas casi un lustro, y un año antes incluso se había publicado una versión para PC que gozó de distribución internacional. Pero fue a partir de 1988 cuando Tetris fraguó la aureola de mito que posee en la actualidad, con su publicación para sistemas tan populares como el Spectrum y su masiva llegada a salas recreativas y bares de los cinco continentes. Votado en 2005 por IGN.com como el tercer mejor videojuego de todos los tiempos, solo superado por Zelda: Ocarina of Time y Super Mario Bros, Tetris es en mi opinión el más popular de la historia; y de largo, hasta el punto de que resulta francamente complicado encontrar a una persona de hasta 45 / 50 años que no conozca su existencia o no lo haya jugado alguna vez. Yo mismo me he topado con septuagenarios que recuerdan haberlo visto hace años en el bar donde se tomaban el café.
Un juego así tiene ganada de sobra su correspondiente Leyenda en esta web, aunque no se trate de un desarrollo específico para nuestro querido Spectrum. Pese a esto, el Spectrum tuvo mucho que ver en la popularización del juego dentro de su área de influencia: su éxito de ventas animó a muchos usuarios a jugar con la recreativa y a compaginarla luego con videoconsolas como la Game Boy, otra de las grandes culpables en la construcción del mito. Salvando las distancias, el Tetris era para mí algo parecido a lo que para muchos es una tragaperras, a la que se odia por su resistencia a otorgar premios pero por la que, al mismo tiempo, se siente una irresistible atracción que impulsa a echar una moneda tras otra. Nunca fui un buen jugador de Tetris y eso me acarreó más de un disgusto durante mi época adolescente, sobre todo en forma de burlas por parte de los demás, pero al mismo tiempo no podía evitar un sentimiento de amor incondicional hacia este juego tan simple como genial.
Leer Mi relación amor – odio con el Tetris.
Al final no he podido resistirme, y es que Rambo III nos dejó algunos diálogos impagables. Ya lo dijo Stallone: «Después de esto Mario Puzo me la chupa».
«Se vuelve azul» jaja