Hace unos días, husmeando por las páginas dedicadas al Speccy que suelo patear de vez en cuando, encontré el análisis que hicieron de I, of the Mask los legendarios Justicieros del Software de Microhobby. Hace poco tiempo se cumplieron 20 años del lanzamiento de este juego, que sería el último para Spectrum publicado por Sandy White. Nombrar a este hombre supone nombrar a uno de los primeros genios de la programación de videojuegos que vio el pequeño Speccy. También uno de los más recordados gracias al inolvidable Ant Attack, un juego impresionante y absolutamente revolucionario para la época en que vio la luz, que siendo uno de los primeros juegos en 3D para Spectrum es también uno de los más divertidos. Para el recuerdo queda esa peculiar mezcla de horror y humor que consiguió Sandy, con detalles tan logrados como el frenético desarrollo y su peculiar toque de suspense, o el característico y graciosísimo «ñaka!» de las hormigas cuando te muerden, así como los puntillosos textos que sirven de introducción a los niveles.

Sandy White forma parte de ese escaso grupo de elegidos que pese a la cortísima duración de su carrera (sólo tres juegos, de los cuales dos son prácticamente calcados) supo dejar una huella indeleble. Y al igual que muchos de estos genios, la figura de White estuvo siempre rodeada de un halo de misterio que todavía hoy resulta impenetrable. Aunque existen más fotos y documentos sobre él que sobre otras grandes figuras del «softwarero» del Spectrum, Sandy White sigue siendo una persona opaca para muchos, que se fue tan misteriosamente como llegó, haciendo mutis por el foro.

Siempre he sentido mucha curiosidad por saber qué pasó con aquellos que un día fueron mis ídolos; aquellos que se dedicaban a crear unos juegos que ansiaba tener nada más ser publicados. Todas esas personas eran para mí como estrellas del rock y cuando volví a aficionarme al Spectrum, después de muchos años de mantenerme alejado de este mundillo, quise saber de ellos e incluso tener la oportunidad de entrevistarles y de conocerles en persona si terciaba. Por desgracia, bien porque no tengo tiempo, porque no tengo medios o porque no se cómo hacerlo, me resulta muy difícil (por no decir imposible) localizar a viejas glorias de la programación de juegos para Spectrum. Internet puede ser una ayuda, pero la información está tan atomizada que uno se desanima nada más intentarlo: no hay más que probar a introducir «Mike Lamb» en un buscador como Google. Hasta ahora sólo he conseguido resultados satisfactorios una vez. Y porque fue, reconozcámoslo, muy fácil.

Por eso me corroe la envidia, sana eso sí, cuando veo el inmenso trabajo de gente como Horace en su sección «¿Qué fue de?» o entrevistas tan jugosas como la que hizo Kim Lemon a uno de mis indiscutibles «totems» de los videojuegos: Steve Turner. Y no es el único. ¿Como lo consiguen?. ¿De qué contactos se valen?. ¿Cómo buscan?. ¿Qué foros visitan?. ¿Les llevó mucho tiempo o poco dar con éllos?. Son cosas que estoy por preguntarles vía e-mail un día de estos, porque me pica enormemente la curiosidad.

Y mientras tanto, yo me preguntaré qué fue de Sandy White. Y de tantos otros. Afortunadamente nos quedan sus juegos, y esto es sin duda lo más importante.

Sandy White: «¡Joder, que no son piojos, que es que estoy pensando!

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