Siempre he dicho que la primera vez que se hace algo casi nunca sale bien, o al menos no como uno quiere. Esta máxima se cumplió a rajatabla en la pasada MadriSX & Retro 2006. De la lectura del editorial y del artículo que le dedicamos en su día, si bien se entiende que nuestra visita no fue un absoluto desastre ni mucho menos, también se da a entender que nos dejó un regusto agridulce. Era algo que me esperaba después de todo, pero era consciente de que la mayoría de las veces la vida concede una segunda oportunidad con las que mejorar las cosas, y ésta fue una de ellas. Estaba convencido de que la visita a la Retro de 2007 sería más positiva y divertida que la del año pasado, y así ocurrió. El levantarse la mañana aquel sábado 10 de Marzo y deslumbrarse con el radiante sol, ya era un buen presagio de que el esfuerzo necesario para acudir al Centro Cultural El Greco de Madrid no sería en balde.
El Centro Cultural El Greco, lugar de celebración de MadriSX & Retro 2007.
Básicamente se puede decir de esta edición lo mismo que dije en su día de la anterior. La organización se merece buenas críticas pese a algunos reproches que se le puedan hacer, aunque no esté de más recordar a todos el carácter “casero” (y gratuito) del evento. Esto no es el SIMO, no pretende serlo, y tal vez lo mejor que le podría pasar es que nunca llegue a serlo. Sigo insistiendo en que habrá que empezar a buscarse otro lugar donde acomodar el certamen en años venideros; o bien ampliar de alguna forma el actual recinto, pues cada vez encuentro más endémica la falta de sitio y resulta evidente que El Greco, al menos en su configuración actual, se ha quedado pequeño hasta para alojar un evento como este. Personalmente eché en falta la presencia de algunos expositores que sí estuvieron el año pasado, así como un mayor número de competiciones y la ampliación del horario de las mismas a la franja vespertina, motivo por el cual este año no pudimos presenciar ninguna al aparecer por la feria a las dos y media de la tarde, que dicho sea de paso es una hora ideal para aparecer por allí: la afluencia de gente es menor, y hasta la hora de cerrar (seis y media de la tarde) hay tiempo de sobra para ver con detalle todos los expositores.
Respecto a las nuevas actividades previstas para esta edición, el “rastrillo” me pareció que sobraba porque toda la Retro es en sí misma un rastrillo, con gente comprando y vendiendo cosas. Sobre las conferencias no puedo opinar porque no acudí a ninguna. Sus temas no me interesaban y además, como llegué por la tarde, preferí aprovechar el tiempo con los expositores. Según leí luego en las news de ECCS, parece ser que hubo un intento de organizar un “cosplay” (concurso de disfraces, para entendernos) que no acabó de funcionar. Lo que sí funcionó fue la iniciativa de las camisetas para celebrar el 25 aniversario del Spectrum, impulsada por Javier Vispe a través de Speccy.org. Su éxito desbordó todas las previsiones y fuimos muchísimos los que nos paseamos por Madrid luciendo orgullosamente nuestra camiseta, lo cual llamaba la atención de muchos transeúntes.
La visitante número 400, de un total de 434 que asistieron al evento, muestra orgullosa su entrada. Foto original de Rafa Corrales.
Pero lo mejor, como siempre, fue el excelente ambiente y la diversión que se respiraban por doquier. Para un buen aficionado a la retroinformática no veo qué puede haber mejor que pasar el día en un evento como este, empapándose del ambientillo y codeándose con gente como él. La experiencia es de las que se disfrutan a fondo a poco que uno se lo proponga. Nosotros al menos nos lo pasamos en grande. Al igual que el año pasado acudí con mi novia, que no le hace ascos a estas cosas (una rara suerte, la verdad) y salimos francamente contentos, tanto por lo que vimos como por la gente con la que nos encontramos, variada y muy agradable. No voy a citar a nadie, porque con la mala memoria que tengo para los nombres (y no digamos ya para los “nicks”) me dejaría en el tintero a demasiada gente. Pero ellos saben de sobra quienes son y a todos hemos de agradecerles lo bien que nos trataron, el buen rollo que transmitían, e incluso los regalitos que nos hicieron. Todo eso fue lo mejor de la visita, que cumplimentamos debidamente cámara en ristre. Esperamos que las fotos os den una idea, por pequeña que sea, de lo bien que está este tinglado. Y como el año pasado, os emplazamos a visitarlo el año que viene. Seguro que no os costará nada disfrutarlo como lo disfrutamos nosotros.