No es la primera vez que comento por aquí algo de Turbo Esprit, juego que ahora cumple sus bodas de plata reconocido como el pater familias de Grand Thef Auto y parentela. Hace ocho años, sin embargo, las cosas no eran ni mucho menos así. Como tampoco lo fueron cuando el juego salió, época en la que se le juzgó con bastante tibieza tanto desde las revistas especializadas como por parte del público, que tardaría años en reconocer sus cualidades. Afortunadamente la historia suele ser justa y lo coloca todo en el lugar que le corresponde por derecho propio. Cualquier momento es bueno para rendir tributo a un producto revolucionario, uno de los que más me engancharon (y aún me enganchan) al Spectrum. Y si ese momento coincide con un cumpleaños tan especial, pues con más razón.

Leer Turbo Esprit, el olvidado padre de un género.

Y termino con la imagen de un auténtico Lotus Esprit de 1980. Porque sí, porque me apetece. No es casual que un clásico de los videojuegos tomase el nombre de un clásico de los coches deportivos: los dos tienen un diseño que no pasa de moda.

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