Sobre Manic Miner y su autor, el ínclito Matthew Smith, se ha dicho y escrito tanto que prácticamente no ha lugar a nada nuevo que comentarse sobre ambos. Con su lanzamiento en 1983, Manic Miner supuso un hito en la historia del Spectrum y de los videojuegos, demostrando lo que aquel pequeño cacharro con teclas de goma podía dar de sí, igual que quienes lo programaban. Pero sería su secuela Jet Set Willy, la que consagraría a su autor, quien firmó con ella su obra maestra al extremo de convertirla en un referente cultural, más allá de los ámbitos en que se circunscribe.
A estas alturas de siglo XXI parecía que el Minero Loco ya no tendría nada nuevo que aportar en su búsqueda de riquezas y de la salida de la mortífera mina en la que se encuentra encerrado, y hete aquí que ahora nos llega una nueva versión de Manic Miner para Spectrum que presenta una peculiaridad muy singular: la posibilidad de variar la velocidad de juego.
Al parecer su creador, Allan Turvey (famoso por su versión «remasterizada» de Bruce Lee), opinaba que el programa original resultaba un poco lento para transmitir las emociones fuertes que semejante aventura merece, y se decidió a hurgar en el código para ver si podía depurarlo y hacerle ganar velocidad de ejecución. El resultado queda a la vista en el siguiente vídeo:
Según afirma el propio Turvey en las notas que pueden leerse en el paquete de descarga gratuita del juego, con sus modificaciones Manic Miner gana en torno a un 50% de velocidad. Lo curioso es que esa ganancia se puede controlar presionando las teclas «1» o «2» del teclado, que actúan como freno o acelerador respectivamente El efecto llama mucho la atención por la suavidad con que se manifiesta, sin que el juego pierda un ápice de la personalidad y calidad que lo hizo destacar desde su primer día en la calle.
Pero hay más: no contento con hurgar en el «velocímetro» del programa, Turvey ofrece Manic Miner Presto en dos versiones: la que podríamos llamar «normal» y la que se denomina Drain. En la segunda, los enemigos móviles no nos matan al contacto sino que nos roban aire, lo que nos restará tiempo para completar el nivel de turno. Con los obstáculos fijos (como las estalactitas) y las caídas desde una altura excesiva seguiremos perdiendo la vida directamente si no nos «manejamos» bien con ellos. Como siempre, pero con esta modificación aparentemente simple, el juego adquiere una óptica totalmente diferente.
Para empezar, la partida es mucho más sencilla de abordar. Manic Miner nunca se caracterizó por ser un juego precisamente fácil, pero con las modificaciones de la versión Presto y en especial de la Drain, quien esto escribe pudo llegar hasta la octava caverna sin demasiados problemas, y eso a la primera intentona. Casi la mitad del camino cubierta con tres vidas, y sin haber echado una partida desde hace siglos. Curiosamente encuentro más fácil jugar sin abusar del «freno» porque la lentitud adquirida en tal circunstancia puede volverse en contra nuestra, por increíble que resulte esto. De entrada el juego se vuelve más aburrido, eso seguro. En cualquier caso el movimiento es fluido y obediente al teclado, con independencia de la posición del «acelerador», y esto nos da una idea respecto a la habilidad de Allan Turvey mangoneando en el código del programador original. De igual modo, si consideras que jugar «despacio» resulta demasiado asequible, siempre puedes probar la opción contraria: cargar la versión Presto normal y pisar el acelerador a fondo…