Los juegos de tablero (o de mesa, que también podría valer) existen prácticamente desde el inicio de los tiempos. Hace más de cuatro mil años los antiguos egipcios jugaban al senet, una especie de juego de damas muy popular en el reino de los faraones. Ya sobre el año mil de nuestra era los árabes inventaron el ajedrez, deporte que nos ha brindado momentos históricos como el llamado “encuentro del siglo” o los duelos Karpov – Kasparov. El goteo de esta clase de juegos nunca ha cesado, aunque hoy la acelerada informatización de la sociedad y el cambio en las formas de ocio familiar que ha acarreado, en particular desde la introducción masiva de Internet en los hogares, parecen haberlos relegado a un segundo plano al menos en su versión física. Es cierto que muchos chavales y no tan chavales juegan al ajedrez y a otros clásicos como la oca o el parchís, pero lo hacen on line y generalmente en solitario, algo que poco tiene que ver con juntarse en familia y extender el tablero sobre la mesa del salón.
Porque de un modo u otro, estos inventos han conocido épocas mejores. Las décadas de los setenta y ochenta del siglo pasado fueron gloriosas: el mundo se llenó de tableros. Marcas como Parker Brothers, que llegó a ser homenajeada / parodiada por Paul Verhoeven en una secuencia de Robocop, o Milton Bradley (MB para los amigos) lanzaron durante esos años algunos de sus productos más conocidos. El tirón del género era tan fuerte que casi cualquier cosa era susceptible de ser llevada al tablero, incluyendo recreativas como el Pac-Man. Los españoles tampoco fuimos ajenos a este boom, con la legendaria Cefa partiendo el bacalao entre la explotation y la copia descarada. En mi propia familia hubo mucha afición y todos los años caían uno o dos de estos por Navidad, reuniendo una colección que va desde un Monopoly comprado en Portugal durante unas vacaciones (todito en portugués, como debe ser) hasta el ultrabizarro La maldición del Templo de Cristal (de Cefa, quién si no), pasando por las dos versiones del Hundir la flota de MB, tradicional y por computador.
Clasicazo, aunque hoy molan más las pintas de los dos críos que aparecen en la caja que el juego en sí.
Pero quizás sea el Trivial Pursuit el más famoso de todos los juegos de tablero lanzados por esa época. Aquel juego de preguntas y respuestas ideado por dos periodistas canadienses en 1979 vendió veinte millones de unidades sólo en 1984. Tamaño pelotazo le llevó a convertirse en el primer juego de tablero llevado a las recreativas, también en 1984, y era evidente que más temprano que tarde alguien meditaría la posibilidad de trasladarlo a los ordenadores personales. Lo que tal vez pocos imaginaban que sería una empresa europea (Domark) la que aceptaría el reto, y menos aún que les quedase tan bien.
Porque la edición digital del Trivial no solo iguala a la de tablero, sino que la supera al aprovechar de maravilla las nuevas posibilidades que ofrece el medio al que se destina con preguntas basadas, por ejemplo, en averiguar melodías o rincones geográficos. Trivial Pursuit se convirtió en uno de los mayores éxitos de Domark con todo merecimiento, con varias expansiones lanzadas posteriormente y una auténtica legión de fans que prefirieron comprarse el juego en cinta antes que en su versión original, convirtiéndose en pionero de la evolución experimentada por los juegos de tablero hacia los medios digitales. Cierto que no era la primera vez que uno de estos juegos familiares se convertía en videojuego comercial, pero se trataba en su mayor parte de trabajos próximos a lo amateur, con escasas pretensiones. Nunca una compañía de las llamadas grandes se había planteado la tarea y mucho menos de un modo tan concienzudo, esmerándose para conseguir un producto de la máxima calidad y otorgándole una distribución global. El Trivial de Domark abrió las puertas de un terreno casi virgen, que nunca más sería ninguneado por los responsables de las casas de software.
A ver quién acierta la pregunta sin mentir al ordenador, afirmando haber acertado pese a fallar. Y tengan en cuenta que en 1986 no existían ni Google ni la Wikipedia.
Tienes más razón que un santo.. Además es curioso como las versiones del Trivial para ordenador han involucionado desde la época de Domark, ahora ni se les pasa por la cabeza hacer preguntas con soportes audio visuales. Son bonitos, eso si, pero ahí queda la cosa.
El máximo exponente del genial Trivil de Domark es la versión para CD32, que junta todas las características de la versión de Spectrum y agrega cosas nuevas como las preguntas sobre vídeos… Ya sabemos de donde salió el Scene It!…
Qué recuerdos me trae ver esa foto del hundir la flota y esos pinchitos de colores que a veces no había quien lo sacase!jeje.
Está claro que los juegos de mesa han vivido épocas mejores, pero yo creo que siempre mantendrán un hilo, aunque sea mínimo..
Una novedad sobre otro gran clásico como Trivial, los vídeos interactivos en youtube http://www.youtube.com/watch?v=bJ29rTTyRe0