Eso es Pinball Dreams en su versión para el Amstrad CPC, que acaba de salir en edición íntegra y definitiva luego de años en fase de desarrollo.

Con la participación entre otros del gran Toni Gálvez, cuya inefable mano se deja notar en el impresionante aspecto gráfico del programa, Pinball Dreams se convierte de golpe y porrazo en el mejor juego de su clase jamás publicado para ordenadores de ocho bits. En pleno siglo XXI, con todo lo que eso implica.

Su calidad es incuestionable a todas luces y, si me apuran, le da innumerables vueltas a las versiones iniciales (publicadas al inicio de los años 90 para Amiga y PC bajo los auspicios de Andrew Hewson) por cómo aprovecha los recursos del CPC, máquina que por lo demás tenía y tiene un potencial superior al que muchos suponen, y que en su día no llegó a ser completamente aprovechado salvo en ocasiones contadas. Tal vez fueron los gabachos quienes más partido le sacaron, por cuanto el ordenador de Alan Sugar tuvo en Francia uno de sus principales mercados. Los trabajos de empresas como Loriciel o Infogrames, que se cuentan entre los mejores del ordenador, dan fe.

Centrándonos de nuevo en este pinball, poco queda decir de él salvo animaros a que lo disfrutéis, cosa que no es en absoluto difícil pese a la imposibilidad de redefinir las teclas de control, que es el peor defecto que le encuentro. Porque yo lo de manejar los flippers con los cursores no lo veo, no se me da y me manejo mejor controlando los mandos con su mano correspondiente, como en un pinball de verdad. Manías que tiene uno, ya ven, aunque si jugamos con un emulador tenemos la posibilidad de mapear las teclas o jugar directamente con un pad como el de la Xbox, lo que en estas circunstancias ayuda a mejorar la experiencia de juego.

Pinball Dreams CPC se puede descargar aquí, completamente gratis.

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