Afirmar que el Spectrum es una maquina con personalidad es absurdo, dado lo evidente que resulta sobre todo en referencia al Gomas. Lo es ahora y lo ha sido siempre por numerosas razones que podrían llegar a juzgarse como incomprensibles, quizás con razón. El Spectrum era un ordenador muy raro, justo es decirlo, pero ahí precisamente residía la magia que lo destacaba sobre cualquier otro sistema. Uno de los aspectos que más contribuían a realzar esa magia era la carga de los programas. Que levante la mano quien no se haya quedado petrificado ante el televisor con cara de bobo y la mirada fija en la pantalla, esperando pacientemente a que concluyese por vez primera la carga de ese juego que tantas ganas tenía de ver. El proceso iba asociado a una secuencia de hechos cuya especial singularidad dejó una marca a fuego en la mente de cualquiera que haya tenido un Spectrum en casa. Y entre esos «hechos de especial singularidad» cabe destacar el sonido emitido por el ordenador durante el antedicho proceso de carga.
Observe fijamente la siguiente imagen durante cinco minutos. Y luego proceda a suicidarse.
No es éste el momento de ponerse a describir por qué el Spectrum cargaba los programas de esa forma tan peculiar. Diremos simplemente que, por causa de una serie de razones que ahora no vienen a al caso, cada juego del Spectrum emitía sus propios sonidos de carga que lo distinguían del resto, en especial durante la carga de la pantalla de presentación (cuando se incluía) y del bloque de datos que contenía lo que era el programa en sí. Tras escucharlos unas cuantas veces, a más de uno le era posible encontrar muchos programas «de oído» en una cinta con cinco o diez grabados por cada cara, incluso desde un casete sin cuentavueltas.
En el colmo de la extravagancia, había quien encontraba cierta musicalidad en aquella bizarra cacofonía de chirridos, al punto de entroncar sus «melódicos» tonos con los de un single de moda. No es broma: durante los (muchos) años que tuve el Spectrum conocí al menos a dos personas que escuchaban la carga de sus juegos favoritos como quien escucha un tema de los Stones. Tampoco cabe reprocharles nada: es de justicia reconocer que los juegos Filmation de Ultimate emiten un sonido muy especial mientras se cargan. Además el sonido de carga del bloque de datos de un Filmation difiere respecto al de un Filmation II, por lo que ambos tipos de juego son perfectamente distinguibles con solo escucharlos desde la cinta. Si a eso le unimos la particular idiosincrasia de los juegos de Ultimate y ese halo «mágico» que los envolvía, se entiende que cualquiera quedase fascinado observando de principio a fin cómo cargaban, fijándose hasta en el movimiento de las rayas azules y amarillas… Y este es solo un ejemplo; podría citar decenas más, tal vez incluso cientos.
Comparando que es gerundio: en Nightshade, los «ruidos» que lo distinguen como un Filmation II llegan a partir del minuto 2:30.
Apuesto a que es mucha la gente que aún se embelesa escuchando la carga de un programa en el Spectrum, porque solo así puede entenderse la existencia de aplicaciones como PlayZX, una app para dispositivos Android que puede obtenerse desde Google Play completamente gratis. Para dejarlo claro desde ya, diremos que es como Spotify pero con «melodías» de carga del Specrum en lugar de canciones, distribuidas alfabéticamente en carpetas y dotada con una sencillez de manejo que la pone al alcance de cualquier político o alto cargo empresarial. En realidad el problema en el uso de PlayZX no se encuentra en el hecho de que sea o no fácil de manejar, sino en cómo os sentiréis yendo por la calle escuchando la carga de Sabre Wulf en vez de música de verdad. Bien pensado, PlayZX resulta perfecta para «contraprogramar» al clásico imbécil que te amarga un viaje en tren escuchando reaggetón sin cascos. O para enseñarle a la ciudad quién es el que más mola (o quién es el más tarado y está orgulloso de serlo, a decir verdad) conduciendo con la app a todo trapo en el coche… ¿Cacofonía? Música celestial, oigan.
Hace ya tiempo que de manera gradual fuí sustituyendo los típicos «snapshots» de mi colección del Spectrum por ficheros basados en la caga real (tap o tzx). Es una forma de conservar el software de manera más fiel o mejor dicho, en su formato original. Permitiendo así escuchar los sonidos de carga y «disfrutar» de los diferentes cargadores existentes en aquella época.