Tras una primera tanda y luego una segunda, ¿por qué no una tercera?

Imágenes cortesía de Ramón Segura Postigo.

 

 

 

 

 

 

 

 

A propósito, el logo del «Geriatric Championsip» presente en el lateral trasero del coche me ha resultado bastante gracioso.

Esta tanda me toca especialmente la patatilla porque hace años servidor de ustedes pudo conducir un Trabant 601 durante una exhibición de vehículos clásicos.

La experiencia resultó especial cuanto menos, habida cuenta de que el Trabi es un vehículo que, dadas sus peculiaridades (que incluyen una caja de cambios con mecanismo de rueda libre) necesita no ya de un cierto periodo de adaptación, sino de recibir determinados consejos para que conducirlo no te ponga en riesgo de sufrir un accidente. Y eso que, para hacerse una idea, un Seat 600 L de los últimos fabricados en España (1973) tiene más potencia, menor consumo y hasta parece más lujoso. Las versiones de carraras del Trabant, orientadas a la participación en rallies, ya eran otra cosa; aunque no necesariamente mucho más que la versión de calle…

Sí, en los países comunistas la gente también se divertía. Y el que podía, también competía en carreras de coches.

Responsable prácticamente en solitario de motorizar durante décadas a un país, al tiempo que símbolo de un sistema opresor y de un modo de vida esencialmente penoso, cuando finalmente cayó el Muro y la RDA desapareció absorbida por Alemania Federal, el Trabant se convirtió en un apestado. Miles de alemanes del «otro lado» los arrumbaron con asco para lanzarse a comprar Mercedes o Audis, aunque fuesen se segunda mano. El paso del tiempo y la nostalgia que conlleva han hecho que aquel «cartón ambulante» sea visto hoy con cariño y simpatía en todo el mundo, habiendo inspirado canciones, películas y hasta videojuegos donde es el protagonista absoluto.

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