Tras la incertidumbre provocada al suspenderse en 2011, había mucha expectación ante la llegada de una nueva RetroMadrid, anunciada a principios de 2012 como un regreso a lo grande con muchas sorpresas y nada menos que con el Matadero de Madrid como escenario; posiblemente el centro de exposiciones más importante y conocido de la capital junto con La Casa Encendida y Caixa Forum, aparte de ser para los culturetas como el Bernabéu o el Camp Nou para los aficionados al fútbol. Si te consideras hat-titah y no has expuesto en el Matadero, eres un mierda y nada más que un mierda. Como ejemplo del hat-te que allí puedes encontrar, en el momento de celebrarse RetroMadrid el yate de recreo del que fuera Invicto Caudillo y Generalísimo de los ejércitos por la gracia de Dios, Francisco Franco Bahamonde, rendía en Legazpi su último servicio a la Patria tras el rocambolesco periplo que inició a la muerte del dictador e incluyó varios años como reclamo turístico en plena estepa castellana. Finalmente, en 2011 el escultor Antonio Sánchez Castillo lo adquirió a precio de ganga para convertirlo en esto:
Tras su profunda remodelación, el Azor luce indudablemente más moenno. Solo falta el cachalote de cinco mil kilos colgado en la pared.
En un tomo más serio, hay que reconocer que el Matadero mola por diversos motivos, para empezar por las excelentes instalaciones que ofrece para la celebración de todo tipo de saraos y por su privilegiada situación en el centro de Madrid, bien nutrida de transportes públicos y cercana a la estación de trenes de Atocha. Pese a carecer de haspiraziones hinteleztualeh, RetroMadrid no desmereció para nada en aquel lugar, que le reservó para la ocasión la Nave 16, un enorme espacio dividido en dos mitades diáfanas. Una se adaptó como sala para el concierto inaugural y las conferencias, mientras que la otra se dedicó al evento en sí, con bastante sitio para los expositores y para que los asistentes pudiesen moverse a sus anchas.
Estos últimos acabaron siendo más de 5.000, acudiendo en su mayoría durante la jornada del sábado, que concentraba la mayor parte de las actividades previstas. Un récord que tuvo su contrapartida en algunas quejas ante la sobrecarga de la cafetería en las horas de sobremesa, acrecentada por la coincidencia con una concentración ciclista. Visto lo visto, la opción más sensata si uno deseaba hacer una pausa metiéndose algo pa´l cuerpo era patear los alrededores del Matadero en busca de un bar, tarea no muy enojosa porque en esa zona los hay a patadas.
Dejando a un lado ese pequeño “pero” y el concierto de inauguración que ya comenté en este otro artículo, la feria colmó en buena medida las ilusiones depositadas en ella. Mi impresión personal fue bastante positiva. No faltaron las primicias ni los stands espectaculares, quizás con el de la asociación Asupiva como el mejor de todos gracias a su nutrida y sorprendente colección de ordenadores y videoconsolas clásicas. Nuestro querido Spectrum no le fue a la zaga gracias a su treinta cumpleaños, merced al cual la organización le otorgó un lugar de privilegio a la entrada del recinto con una serie de vitrinas que exponían todos los modelos del ordenador y diverso material relacionado. Sin embargo periféricos, revistas y libros editados en la época gloriosa del Spectrum quedaban eclipsados ante los bocetos de diseño de La abadía del crimen, amablemente cedidos por Juan Delcán. No dejaba de resultar curioso verlos ahí, rodeados de tanto Spectrum, cuando es sabido que el juego se diseñó inicialmente para el Amstrad CPC.
También se echó de menos un espacio dedicado al treinta cumpleaños del Commodore 64 equivalente al del Spectrum. Habría estado bien ponerlos uno frente a otro, rememorando de alguna forma la dura pugna que ambos mantuvieron durante su época de gloria. Los stands dedicados a la máquina de Jack Tramiel, pese al empeño, no lograron que tan singular efeméride destacase como merecía. Otro de los stands destacados y que más público atrajo, el de la AUMAP, que sufrió tal vez la mayor paradoja del certamen: la falta de espacio para repetir el montaje de la edición 2010 en el que recrearon, con un éxito notable, el típico salón de juegos de los ochenta con sus máquinas de marcianitos y sus pinballs. En 2012 sólo disponían de una fila de mesas, grande pero insuficiente para llegar tan lejos, y el público tuvo que conformarse con versiones miniaturizadas de diversas coin ops, aunque no por eso dejaron de sorprender con algunos llamativos cachivaches.
Este minipinball electrónico causó furor.
En cuanto al resto, poco más habría que decir. No faltaron a la cita “los de siempre”, habituales como el Grupo de Usuarios Amstrad, Retroworks o Matranet, que se encargaron de amenizar el tinglado como sólo ellos saben. Los amantes de las camisetas, llaveros y otros suvenires relacionados con la informática clásica dispusieron de argumentos sobrados para dejarse un pastizal. De las charlas y conferencias no puedo hablar porque el sábado opté por pasar todo mi tiempo recorriendo expositores y el domingo, con todo ya más que visto, preferí quedarme en casa asumiendo que la gente iría colgándolas paulatinamente en el Youtubarro y podría verlas más tranquilamente. Como así ha sido, vaya.
Pequeña muestra de lo que Asuspiva enseñó en su espléndido stand.
En resumen, aunque es obvio que siempre hay cosas mejorables (darle algo más de espacio a la AUMAP por ejemplo), se trata sólo de pequeños detalles que ayudarán a pulir el conjunto de cara al año que viene y darle aún más lustre. Aquello estuvo de randomize madre oigan, y lució como nunca en toda su historia no ya por el marco y el alcance mediático que éste le proporcionó, sino por lo que significó tras una ausencia forzosa que cortó una racha de quince años seguidos de RetroMadrid y que puso al certamen contra las cuerdas. Nuestro retroevento favorito ha vuelto con las pilas cargadas a tope, y esperamos que por mucho tiempo.
Sólo una pequeña puntualización: a AUMAP podríamos haberle asignado mogollón de espacio adicional, pero fue su decisión realizar una exposición especializada en bartops, que por cierto fue genial y muy interesante.
Muchas gracias por el artículo y la cobertura del blog 🙂
Gracias por la puntualización Rafa. Admito que desconocía ese detalle y que, al no poder confirmarlo con nadie en su momento, la impresión que uno se llevaba era la de que a AUMAP le faltaba algo de sitio. Aclarado este punto, lo absolutamente genial por su parte habría sido «hacer un completo»: la exposición de las bartops por un lado y la sala de juegos por otro. Lo cierto es que aunque el stand era cojonudo (y para demostrarlo ahí están las fotos que lo muestran siempre a reventar), no pocos echaron de menos un montaje semejante al de la Retro 2010.
De todos modos insisto en que no deja de ser un detalle que no empaña el resultado final de una fiesta en la que todo el mundo se lo pasó pipa. Yo me traje a dos amigos que nunca antes habían estado y salieron de allí flotando y deseando volver el año que viene, aunque bien es cierto que tenían a un guía de puta madre (servidor) que sabía cómo venderles la moto xD.
Y gracias por los parabienes al artículo y a la cobertura, aunque ciertamente en otros blogs se han publicado mejores y más completos.