Efectivamente: si tuviese que definir en pocas palabras lo que me pareció RetroMadrid 2010, bastaría con decir que supuso un gran salto adelante. Si algo quedó claro el 13 de marzo de 2010 fue que RetroMadrid alcanzó algo así como su mayoría de edad. Dejó de ser poco más que una reunión de chalados para contarse batallitas expositor mediante, y pasó a convertirse en una feria de verdad, con todas las consecuencias (muchas buenas y algunas malas) que eso acarrea.
Y es que la edición de este año ha sido la más importante en la historia del certamen. Nunca el cambio de sede de un evento hizo que se generase tanta expectación alrededor del mismo. Si algo estaba claro desde hace ya unos años, era que RetroMadrid había crecido demasiado para el lugar donde hasta ahora se celebraba. RetroMadrid se ha convertido por méritos propios en la feria de retroinformática más importante de España, y no podía seguir celebrándose en un pequeño centro cultural de barrio porque sus ambiciones habían crecido hasta dar para mucho más. La búsqueda de un nuevo local en el que dar cabida a la imparable expansión experimentada por RetroMadrid en los últimos tres o cuatro años era ya imprescindible.
El traslado del sarao a las instalaciones de la Facultad de Informática de la Universidad Complutense de Madrid no puede juzgarse más que como muy positivo. Cierto que su localización queda un poco menos a mano que la del viejo centro de El Greco: mientras este último queda a dos pasos de la estación de metro de Batán, la facultad queda en el extrarradio del campus de la Ciudad Universitaria, y hay que darse una buena caminata para llegar a ella desde la correspondiente estación de metro o de autobús (las líneas de buses especiales que comunican el campus, que tienen parada frente al edificio, funcionan con cuentagotas el fin de semana, así que yo no suelo tenerlas en cuenta). Pero a cambio de este pequeño inconveniente todo lo demás son ventajas: por fin hay espacio suficiente para dar cabida a los visitantes sin que nadie se sienta agobiado ante la falta de espacio, y además estos pueden llegar en coche particular y encontrar aparcamiento más fácilmente que antes. Por fin los expositores tienen sitio de sobra para sus stands, y sin peligro de que alguno de ellos pueda sentirse marginado al dar con sus cacharros en un lugar secundario del recinto. Por fin hay disponible un restaurante, el de la propia facultad, que en principio es lo bastante grande como para acoger a todo el mundo sin que nadie tenga que salir a comer a la puta calle si no le apetece. Por si esto fuera poco, RetroMadrid se beneficia del apoyo técnico y humano de la propia UCM, lo que se traduce en más y mejores medios para sacar adelante el certamen, proporcionándole mayor repercusión ante las instituciones y los medios de comunicación. A efectos prácticos, y dado que la imagen lo es todo para según que cosas, es como dejar a un lado el atuendo de labriego para pasar a vestirse con traje y corbata.
Visto lo visto, no es de extrañar que la feria fuese un gran éxito organizativo, al menos en mi opinión como simple visitante. Esta vez no había detalles censurables de peso, y el aspecto general de todo el tinglado en nada se parecía a lo ya conocido en ediciones anteriores. En comparación, la mejora era simplemente apabullante. Lo que no se puede poner en duda es el éxito de público: continuando con la tendencia experimentada en los últimos dos años, RetroMadrid aumentó de forma exponencial el número de visitantes, y si en 2009 acudieron al certamen casi el doble que en 2008, en 2010 fueron casi el doble respecto al año anterior. En total fueron cerca de dos mil (sí, 2000) las personas que acudieron a la “facu” durante aquel 13 de marzo, una cifra sobresaliente. Y esta vez sin los agobios del año pasado, aunque ya se empieza a hablar de extender la duración de la feria a un par de días o incluso un fin de semana completo, para evitar cosas como el solapamiento en el horario de talleres y conferencias.
La conclusión final que se saca de todo esto es que RetroMadrid ha alcanzado un estadio evolutivo perfecto: ni es demasiado pequeña, como ocurría antes, ni es demasiado grande como para llegar a convertirse en una especie de segundo Expomanga (Dios nos libre). A este respecto, algunos se quejaban de la presencia de demasiados “niñatos” y “otakus” (palabras textuales), y temían que RetroMadrid estuviese perdiendo el aire de evento familiar y aficionado que le caracterizaba, para pasar a convertirse pronto en una feria profesional al estilo… del Expomanga. Más profesional, más impersonal, y más controlada por los patrocinadores, lo que derivaría en una pérdida notoria en las libertades de organización… y de expresión. Mi novia opina en ese sentido sin ir más lejos, y aunque yo no comparta ni mucho menos ese criterio, sí que es cierto que los organizadores quizás deban de estar al quite a partir de ahora, para evitar que su criatura se convierta en Godzilla sin que ellos mismos se den cuenta y acabe totalmente fuera de control. Habrá que ver cómo marchan las cosas en las próximas ediciones para hablar con todas las de la ley sobre este aspecto, pero ahora mismo mi opinión no puede ser más clara y contundente: ésta es la RetroMadrid con la que siempre soñé, y sin duda es la mejor a la que he asistido jamás. Nunca una mudanza había hecho tanto bien a nadie.
Desde aquí puedes acceder al álbum con todas las fotos que sacamos aquel día. Esta vez opté por subirlas a Flickr porque hay casi cien (100). Nada que ver con las poco más de cuarenta fotos que hicimos en 2009, y demasiadas para publicarlas tal como he hecho hasta ahora, en un post dentro de la propia web. Otra clara muestra del crecimiento que ha experimentado RetroMadrid este año.
Esta edición ha mejorado en todos los sentidos a sus predecesoras. Podías estar andando de un pasillo para otro que siempre veías retro por todas partes 🙂 Para mi, ya es una auténtica feria de la retroinformática. Como bien dices, se ha hecho mayor de edad.
Una curiosidad, los tres años que he ido siempre lo he hecho sobre la misma hora entre las 11:30 y las 12:00. Pues bien, el nº de entrada de ayer era ya el 679, el pasado año el 367 y en el 2007 (me salté una), el 135.
La afluencia de público está creciendo claramente de forma exponencial.
Aunque pensaba, que al haberse instalado en la Facultad de Informática irían más estudiantes, pero creo que no fue el caso.
Hombre, al celebrarse un sábado estudiantes como que había pocos por el campus (alguno se veía, pese a todo). También está el hecho de que, según comentaba la organización, no se le quiso dar demasiada publicidad al evento para evitar una avalancha excesiva de público.
Una Retromadrid genial, me lo pasé MUY bien 🙂