Siempre he reconocido que la nostalgia gratuita tiende a hincharme las pelotas. Nunca he entendido a la numerosa legión que se hace pajas (mentales y de las otras) pensando en los años ochenta como una época de grandeza y felicidad, cuando en realidad fue una década más bien sombría. Particularmente en el periodo que va de 1983 a 1986, cuando las agresivas políticas de rearme impulsadas por el Gobierno norteamericano (Euromisiles y SDI principalmente) llevaron la tensión de la Guerra Fría a unas cotas desconocidas desde los primeros años sesenta. La cosa llegó a ser tan seria que no pocos analistas consideraban “casi inevitable” a medio plazo el estallido de una Tercera Guerra Mundial, que evidentemente no se libraría con globitos de agua.

Con esto (y más asuntos) en la mano, no es de extrañar que el paso de los años haya convertido a Ronald Reagan en un gran presidente de los Estados Unidos. Del mismo modo que genocidas como Kissinger o terroristas como Arafat acabaron premiados con el Nobel de la Paz (!), de Reagan, uno de los tipejos más abyectos que jamás hayan residido en la Casa Blanca, se dice ahora que ayudó a acabar con la Guerra Fría (!!) Las biografías áulicas son áulicas biografías después de todo.

Tras Karol Wojtyla, Él será el siguiente en ser beatificado.

Pero como era de esperar no todo lo referido a este personaje iba a ser malo, no. El hombre que ondeando la bandera de barras y estrellas auspició una Revolución Cultural que ríanse ustedes de la de Mao, ayudó a la creación de una serie de videojuegos hoy día imposibles de imaginar hasta por la más calenturienta de las mentes. Y es que la industria de los videojuegos, sin llegar aún a superar a la del cine como ocurre actualmente, ya se había desarrollado lo suficiente como para empezar a interesarse por lo que ocurría a su alrededor. La inocencia del Pong y el Space Invaders había quedado atrás, y el progreso de la tecnología y de las técnicas de programación ya posibilitaba reflejar en los juegos la realidad social de la época. Y como el anticomunismo era entonces lo más “in”, ciertas mentes avispadas tuvieron la ocurrencia de aprovechar la moda en beneficio propio creando cosas como Raid over Moscow. Un juego reflejo sin par de una década llena de mierda grandeza y felicidad, al que un día le dediqué la siguiente Leyenda:

Leer Destruiremos ese país en cinco minutos. ¡Gracias!

Y después de Reagan, este tío también. ¡Beatificación ya!

2 thoughts on “«Raid over Moscow»: Sieg Reagan!”

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