Lenslok
La piratería de videojuegos no es un fenómeno nuevo. Hace una treintena de años la gente copiaba tanto como ahora, si no más, pero el fenómeno no era noticiable para los mass mierda porque el negocio de los videojuegos no era tan lucrativo. El “trabajo” de los piratas menguaba los ingresos de las casas de software y éstas, para combatirles, implementaban protecciones para dificultar al máximo que los juegos se pudiesen copiar. Los sistemas basados en software, como los cargadores “turbo” de alta velocidad, no resistían a un buen hacker pese a que en algunos casos alcanzaron un notable grado de sofisticación. Visto lo visto, el paso siguiente era introducir “periféricos cerrojo” entre los que el Lenslok es el más conocido para los aficionados al videojuego clásico… pese a no ser como tal un periférico.
Porque no hablamos de algo que se tuviese que conectar al ordenador para jugar, sino de una simple lente de plástico con un diseño especial que había que colocar frente al televisor y mover de forma adecuada, revelando así unos caracteres a modo de clave de acceso que inicialmente aparecían desenfocados ante nuestros ojos. Lo esperpéntico del invento y su vicisitúdica carrera en el mercado convirtieron a este “periférico” en un clásico, y al igual que sucede con Starforce en la actualidad, demuestra las consecuencias del excesivo celo al tratar de impedir la copia no autorizada de un programa: los usuarios legítimos sufrían todo tipo de penalidades por culpa del Lenslok, cuya utilización resultaba molesta y además incompatible con un televisor grande porque los caracteres rebasaban los márgenes de la lente. A esto hay que sumarle defectos de fabricación que obligaron a devolver miles de copias de Elite, el primer juego que lo incorporó. Como guinda al pastel el sistema resultó fácil de sortear: bastaba localizar en un programa la parte de código que iniciaba la protección para poder desactivarla sin mayores problemas. Yo mismo pude hacerme con sendas copias desprotegidas de Tomahawk y TT Racer, otros dos juegos que incorporaban Lenslok, tan solo una semana después de su salida al mercado, lo cual dice mucho sobre su efectividad.
Dinamic SD1
La foto del finstro la he sacado de aquí, donde ya puestos podéis conocer con más detalle cómo funciona.
Siendo España uno de los países del mundo donde más software se piratea, no podía faltar el representante patrio de estos “cerrojos hardware” a los que estamos dedicando la segunda parte del reportaje. Para 1985 / 86 la piratería era ya un problema tan grave que más de una empresa extranjera se planteaba seriamente dejar de distribuir juegos en el país (¿les suena de algo?). Mientras las autoridades se veían impotentes, las casas de software españolas decidieron tomar cartas en el asunto para atajar por su cuenta una situación que por momentos parecía descontrolada, aunque no necesariamente para salvar el mercado interno: España acababa de ingresar en la CEE y nuestras compañías más representativas, que por entonces ya despuntaban incluso internacionalmente, tenían muchas esperanzas depositadas en el mercado exterior y sobre todo en el poderoso mercado inglés. Puesto que una industria carcomida por los piratas suponía un tremendo lastre de imagen, era preciso demostrar que se estaba haciendo algo para cambiar las cosas. Y fue Dinamic la que llegó más lejos en lo que a bizarrez se refiere.
A efectos prácticos, los novatos en esto de los retrojuegos verán en el SD1 un remedo a la antigua de las actuales llaves hardware que hoy día incorporan muchos programas comerciales, en especial utilidades como AutoCAD o algún software GIS. El SD1 no era más que un microinterface cuya presencia era chequeada por el Spectrum mientras jugábamos con el programa que lo incorporaba, que en este caso era Camelot Warriors. El diseño del artefacto era en realidad bastante simple, hasta el punto de que no impedía para nada la carga del juego o su ejecución, sino que incidía en el normal desarrollo de la partida obligando finalmente a resetear el ordenador. La ventaja que suponía la simplicidad del SD1 acabó por volverse en su contra, arremetiendo de nuevo contra el usuario legítimo: a la imposibilidad de jugar con joystick se unió la incompatibilidad con casi todos los modelos del Spectrum posteriores al Gomas, y para colmo era muy fácil de crackear. Prueba del fracaso es que ningún juego volvió a llevar el periférico, y hasta la propia Dinamic renunció a incluirlo en ediciones posteriores de Camelot Warriors, modificando el código del juego para que funcionase correctamente sin él.
Mikro Plus
Sobradamente conocido por cualquier buen seguidor del Spectrum que se precie, pero no por ello menos merecedor de figurar en esta lista aunque sea con una breve resseña, del Mikro Plus ya comenté algo más concreto con motivo del 25 aniversario de Shadow of the Unicorn, el juego que lo incluía. Este peculiar interface, mezcla de cartucho ROM videoconsola style y llave hardware, es un caso único en la historia de los videojuegos comerciales. No podía ser de otra forma luego de las pobrísimas ventas de SotU, lastrado en precio por un periférico que básicamente no era una mala idea pero que resultaba caro de producir. Aunque hoy pueda parecernos más simple que el cerebro de David Bisbal, hay que considerar que en 1985 la informática seguía siendo una “ciencia de vanguardia”, alejada del carácter cotidiano que disfruta actualmente y onerosa para el consumidor medio. Con el Mikro Plus, a Mikro Gen le ocurrió aproximadamente lo mismo que a cineastas como Michael Cimino o músicos como Steve Vai: recibir continuamente limpiezas de sable por parte de la crítica y el público les hizo creerse dioses, más papistas que el Papa y con la capacidad para triunfar vendiendo cualquier cosa, aunque el resultado fuese una ida de pinza a la altura de un disco de Manolo Kabezabolo. O de esto otro, que también.
¡Interesante recopilación! Los engendros que se han inventado…
*Ya logré mi objetivo con el blog mojono, ahora te toca a ti: instala el plugin «Suscribe to comments» 😛
Tienes razón sobre Steve Vai, jejeje, pero aunque tiene verdaderos cacaos mentales en forma de CD suele tener como mínimo un tema bastante bueno, y también de todo un poco, A mi el Ultra Zone me encanta y de los demás también se pueden destacar bastantes temas.
Jose: Pues esto no es nada, majo. En una ocasión, mientras veraneaba en Figueira da Foz (Portugal)allá por 1985 / 86, pude ver y probar en una tienda de informática un joystick que se controlaba ¡con la voz!, a través de un micrófono que iba conectado al chisme en cuestión. Uno de los artefactos más raros que he visto jamás para el Spectrum y un auténtico precursor del Kinect. Sólo aceptaba órdenes básicas en inglés, del tipo «left», «right», «up» y tal, pero el caso es que hasta funcionaba y todo. No lo he mencionado en los textos porque no recuerdo nada más de él, ni marca, ni aspecto concreto, ni nada, y tampoco he sido capaz de encontrar referencia a nada semejante en Internet.
Xinclair: Steve Vai es un monstruo de guitarrista, tanto para lo bueno (es un puto virtuoso) como para lo malo (se le va la pinza cosa mala), lo cual le comvierte en un personaje tan respetable como divertido. Casi al nivel de Vinnie Vincent, otro que tal. Porque no dirán que un típo que saca a la calle un disco con 70 minutos de solos de guitarra y lo llama «Guitarmaggedon» no merece el calificativo de deidad…