Rescatando los editoriales publicados durante 2007 para adaptarlos a nuestro actual formato, me he topado con uno que me ha parecido especialmente entrañable, razón por la cual he decidido anunciar su publicación de forma particular. Siempre me ha dado un poco de pena que el CD haya sido mal visto por tanta gente, y no sólo melómanos que prefieren el clásico disco de vinilo. Hay incluso grandes artistas que lo ven como el origen de todos los males que aquejan a la industria musical en la actualidad. Yo, por el contrario, siempre he defendido al CD, que con sus grandezas y miserias hizo un importante aporte a la sociedad actual, sobre todo cuando en los 90 se convirtió en CD-ROM y se unió a la pujante industria de la informática. Hasta el Spectrum se benefició de él, y cuando el CD cumplía su primer cuarto de siglo le dedicábamos el siguiente editorial: