…ante el potencial oculto de las viejas máquinas de ocho bits y la capacidad de tipos como Bob Smith para exprimirlo hasta las últimas consecuencias. Y más cuando hablamos del limitadísimo ZX-81, artefacto que hoy muchos dudarían en calificar como ordenador con todas las letras. Pero lo era y lo sigue siendo, y sin llegar a alcanzar el éxito luego alcanzado por el Spectrum, no podemos negar su decisiva contribución a la hora de introducir en la informática a los hogares de todo el mundo, sustentada en los aproximadamente dos millones de unidades que se vendieron hasta que cesó de producirse allá por 1984.

Con Lego todo es posible. Aquí podéis ver más retratauras de este curiosísimo engendro.

Como el Spectrum, el ZX-81 también puede presumir de una buena programateca, aunque nunca llegó a tener sus generosas dimensiones porque el “Gomas”, mucho más sofisticado y popular, mucho más ordenador en definitiva, enseguida se convirtió en la “videoconsola” por excelencia del Viejo Continente. Con todo, algunos programadores avezados aceptaron el reto que suponía llevar la máquina al límite, y ya durante su vida comercial lograron sacar un rendimiento inaudito al kilobyte de RAM con el que se entregaba el ordenador, 1024 bytes que fueron suficientes para hacer hueco a auténticas maravillas.

Maravillas como One Little Ghost, un simpatico clon de Pac Man que invierte los papeles habituales del juego convirtiendo al fantasma en héroe y a Pac (y a tres como él) en villano. Teniendo en cuenta las carencias del sistema (sin sonido, sin colores, sin gráficos en alta resolución…) sorprende que un juego así pueda funcionar haciendo gala de ese aspecto y con esa suavidad, tal vez la mejor característica del programa. El único “fallo” que le veo es la necesidad de conectar una ampliación de 16 Kb para poder jugar, pero es que no se puede tener todo. Bueno, si algo han demostrado los aún bastante locos como para enredarse programando cachivaches olvidados de hace treinta años es que la palabra “imposible” no existe para ellos, así que vayan ustedes a saber con qué nos sorprenden la próxima vez.

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