Siempre he sentido un gran aprecio por el Blog de The Punisher, un site que sigo regularmente desde hace años y al que ya dedicamos alguna editorial en la antigua web, que prometo resubir algún día adaptada a nuestro nuevo formato. The Punisher ha dejado para la posteridad un puñado de artículos más que brillantes, así como valiosa información sobre algunos de los aspectos más desconocidos respecto a la historia del software español. Un nuevo compendio de esas cualidades antes citadas lo tenemos en un extenso artículo dedicado a juegos para recreativas programados en España, en el que sorprende comprobar la gran cantidad de productos lanzados para un mercado que hemos asociado desde siempre a poderosos gigantes americanos y, sobre todo, japoneses.
Os preguntaréis qué tiene que ver con el Spectrum un artículo como aquel. Pues bien: entre la ristra de juegos comentados se encuentra Buggy Challenge, un arcade de conducción de 1984 que fue distribuido en Japón por Taito, y que no destacaría especialmente si no fuese porque, según indica Punisher, Nightmare Rally es una copia sin licencia de aquel. Lo cierto es que el parecido resulta bastante sospechoso:
Buggy Challenge.
Nightmare Rally.
Nightmare Rally se publicó en Noviembre de 1986 (dos años después del Buggy Challenge) a través de Ocean, una empresa que para entonces, cuando sólo habían transcurrido poco menos de tres años desde su fundación, ya se había convertido en la mayor distribuidora europea de software; un gigante que mantenía a decenas de programadores ocupados en hacer videojuegos como churros. Aunque la máquina a la que se refiere Punisher en su artículo era (y es) prácticamente desconocida, para 1986 la casa de Manchester ya mantenía tratos con Taito para convertir alguna de sus populares recreativas a los ordenadores domésticos. No tendría que sorprendernos que conociesen el Buggy Challenge y alguien hubiese decidido programar un juego para Spectrum basándose en él, aunque fuese “indirectamente”. Cuanto menos, no deja de ser un hecho curioso.
Obviamente nosotros jamás supimos nada de todo esto. Entretanto, Nightmare Rally ha pasado a la historia como uno de esos juegos que yo denomino “asépticos”. No destacaba especialmente por nada, pero tampoco desmerecía en ningún aspecto. Estaba claro que no era paradigma de la diversión, pero tampoco resultaba aburrido y proporcionaba sus buenos ratos. En su contra tuvo el hecho de ser publicado en medio de uno de los periodos más fructíferos en la historia del videojuego europeo, lo que le hizo pasar un poco desapercibido por las tiendas. Y es que el último trimestre del 86 estuvo repleto de lanzamientos que nacieron con la aureola de clásicos, comenzando por otro programa de Ocean: el inolvidable The Great Escape, uno de los mejores videojuegos jamás programados.
Tal vez lo más destacable de Nightmare Rally sea su espectacular pantalla de carga, obra del gran F.D. Thorpe.