Con casi total seguridad, podríamos considerar esta cosa como la peor aventura conversacional jamás realizada. Tan mala que a causa de su pésima programación se creía imposible de terminar, hasta que al fin un grupo de valientes lo consiguió bien entrados ya en el siglo XXI. Aquí lo único que está a la altura de los famosos personajes de Escobar (que aun debe estar revolviéndose en su tumba por haber permitido semejante insulto a su obra) es la ristra de ceros que el juego se merece. Y Mike Myers nos enseña el rocambolesco «modus operandi» necesario para finalizarlo.