1987 fue un año trascendental en la historia del software europeo, pero más aún en la del software español: un buen día, sin aviso previo o señal alguna que pudiese indicarlo, los usuarios se despertaban con la noticia de que la principal distribuidora del país, que controlaba el 80% del negocio, tomaba la decisión unilateral de rebajar el precio de los videojuegos a menos de la mitad de lo que venían costando, provocando un auténtico terremoto cuya onda expansiva aún se hace notar ocasionalmente. La mayoría de quienes jamás habían pensado en comprar juegos originales se fueron corriendo a las tiendas, entre ellos un servidor; y en tales circunstancias algunas novedades llegaron, sin querer, a un escenario providencial que les garantizaba un buen nivel de ventas incluso con independencia de críticas buenas o malas: contra la opinión de los agoreros que apelaban a la tan española costumbre de piratearlo todo, del “todo gratis antes que soltar un céntimo” para justificar el probable fracaso de la medida, resultó que a la gente no le molestaba gastar su dinero en productos legítimos cuando se los ofrecían a un precio justo.
Segunda bandera oficial del Estado español.
Dado que el Spectrum es un ordenador de origen inglés, a nadie debería sorprender la gran cantidad de juegos de fútbol con la que finalizó su recorrido comercial. Hay que admitir no obstante que la mayoría son bastante malos y en 1987 el panorama era aún peor, ya que a la escasez de propuestas existente por entonces resultó que la única que cumplía con unos estándares mínimos de calidad era Match Day, que habiendo salido a la calle dos años antes estaba más que amortizado. La impresión general era que, pese a las limitaciones, aún se le podía dar otra vuelta de tuerca al Spectrum para ofrecer un juego que solventase las numerosas carencias de Match Day y proporcionase una experiencia más cercana a la de un auténtico partido de fútbol.
Sin temor a equivocaciones, puede decirse que Super Soccer es el juego de fútbol más completo jamás lanzado para el Spectrum, y en ese sentido es también el mejor. Muchos de entre quienes lo conozcan dirán que estoy majara y que tal vez debería dejar el alcohol y las drogas, pero la realidad está ahí: contra el estilo “arcade” predominante hasta entonces en los juegos de fútbol de todos los sistemas (no solo el Gomas), Super Soccer enarbolaba la bandera de la revolución y proponía algo mucho más cercano a la simulación que hoy día nos es tan habitual gracias a FIFA y similares, incluyendo aspectos del fútbol nunca antes reflejados en los videojuegos o incluidos solo parcialmente y de forma notoriamente tosca. A las reglas básicas de cualquier partido (fueras de banda y saques de esquina principalmente) había que añadir la posibilidad de hacer faltas recibiendo la correspondiente amonestación o una tarjeta, incluso la roja, además de cometer penaltis. En las faltas fuera del área, una “pizarra” virtual nos permitía colocar la barrera y / o mover a los integrantes de nuestro equipo a fin de planificar estrategias.
La presencia de indicadores de cansancio, velocidad y fuerza de disparo, amén de poder elegir entre varias opciones de pase y tiro (raso o bombeado) y de que la pelota se comportase de forma “real” cuando un jugador la llevaba, botando frente a él en lugar de quedar pegada en sus pies, habilitaba una gama casi infinita de jugadas incluyendo driblings y hasta autopases. Por último, el portero se comportaba por vez primera como un jugador más, pudiendo moverse con total libertad dentro y fuera del área y por supuesto pudiendo realizar las acciones propias de un portero, disponiendo de varios tipos de “palomitas” para lanzarse a por el balón e incluso pudiendo arrojarse a los pies de un rival con el riesgo de cometer falta y, como cualquier jugador, acabar expulsado. Lo único que se echaba de menos eran los fueras de juego y que los integrantes del equipo tuviesen cada uno indicadores propios de habilidad, pero bastante era tratándose de un juego pensado para caber en los 48 miserables kilobytes de RAM de un Spectrum corriente, sin versión exclusiva para los modelos de 128 Kb.
Sea como fuere el juego pintaba no de maravilla sino lo siguiente, y tras leer la crítica de una revista donde lo ponían bastante bien merced a la acrisolada experiencia de Imagine Software en la realización de simuladores deportivos, me faltó tiempo para salir volando a comprarlo. Después de más de tres años con un Spectrum en casa y atesorando una biblioteca de juegos que llegaba aproximadamente a los 1.200 títulos, era la primera vez en mi vida que compraba uno original.
Llegado el momento de introducir la cinta (original, sí) en el casete y estrenar el juego lo primero que llamaba la atención, aparte del manual de instrucciones que te ponía los dientes largos con el mundo de posibilidades que se abría ante ti, eran las fotos que dejaban entrever un parecido más que sospechoso entre Super Soccer y otro juego deportivo de Imagine: World Series Basketball. No en vano su principal autor era el mismo.
David Anderson contaba con una nutrida experiencia como responsable directo o implicado en numerosos clásicos de medio pelo del Speccy tal que Beach Head, Beach Head II, Raid Over Moscow, Dam Busters o Rambo, perpetrados en su mayoría con el sello de U.S. Gold al igual que Kung Fu Master, una de las peores conversiones de recreativa jamás concebidas en toda la historia de la Humanidad. Pero como decíamos, el industrioso Anderson había sido igualmente autor del mejor simulador de baloncesto para Spectrum, así como de un par de juegos técnicamente competentes y muy divertidos (Colour Clash y Tapper) que le otorgaban como mínimo el beneficio de la duda. A cambio de solo 875 pesetas valía la pena, qué caray, y la primera vez que cargué Super Soccer estaba impaciente por comenzar a disfrutarlo. Nada me hacía sospechar, infelice de mí, lo que iba a encontrar.
Porque si bien las cosas empezaban picando alto, con una presentación bastante simpática y numerosas opciones para configurar la partida, incluyendo las obligadas en cualquier juego de fútbol de postín (cambio del nombre de los equipos y el color de su indumentaria, nivel de dificultad a elegir entre tres, partido único, torneo y hasta un modo de práctica), toda ilusión se desmoronaba como un castillo de naipes en cuanto pulsábamos “Start” y el baile empezaba de verdad. Esto puede resumirse con una sola palabra: lentitud. Un partido en Super Soccer era todo un homenaje a las técnicas de cámara lenta usadas por Sam Peckimpah en las escenas de acción de sus pelis, con el agravante de que la “escena” no duraba unos pocos segundos ni estaba bien filmada, sino que podía llegar a los treinta minutos según hubiésemos configurado la duración del partido en el menú de inicio. Por si fuera poco, la exasperante lentitud se trasladaba también a los controles, muy perezosos en su respuesta a nuestras órdenes, lo que irónicamente no reducía la dificultad del juego sino que la aumentaba: incluso acciones tan simples como cambiar de dirección para esquivar a un rival podían convertirse en todo un reto a nuestra paciencia.
Y mejor no hablemos de hilar jugadas o ejecutar movimientos complejos, sobre todo con los jugadores cansados luego de atravesar el campo a toda velocidad (lo de “velocidad”, por supuesto, es un decir). Eso y detalles como la nula IA del ordenador incluso en los niveles más altos o la presencia de gráficos inacabados como los de las porterías, que eran como las de un campo de barrio y no tenían red (el balón y los jugadores las podían atravesar) ponían de manifiesto que muy probablemente el juego se había publicado en un estadio de desarrollo no ya de “beta” sino incluso de “alfa”.
No era la primera vez que algo así ocurría en el seno de la compañía Ocean / Imagine, por aquel entonces una fábrica de churros cuyos empleados trabajaban bajo unos plazos de entrega extremadamente ajustados, y aunque nunca he podido confirmarlo sigo creyendo que los autores de Super Soccer no pudieron acabarlo a tiempo y tuvieron que lanzarlo tal cual estaba. Todo apunta a que el juego puede pulirse más, y de hecho se puede comprobar con algo tan simple como cargarlo en un emulador y aumentar un poco la velocidad de funcionamiento: sigue sin ser una maravilla ni mucho menos, pero aun así gana unos cuantos enteros y en cuanto le pillamos el tranquillo incluso nos puede parecer divertido. Porque simpático ya lo es, con esos “monigotes” que llevan un aro sobre la cabeza cuando los estamos controlando.
La pertinente ilustración de Bob Wakelin es para muchos lo mejor del juego.
Con todo, reconozco que estuve bastante enganchado a él durante una temporada, y no necesariamente por sentirme obligado a ello tras habérmelo comprado. Ya he comentado al inicio de este artículo que tampoco había mucho más donde elegir y tanto yo como mis hermanos estábamos hartos del Match Day, más visto que el TBO para nosotros. Queríamos algo nuevo y Super Soccer nos lo trajo, añadiendo en un solo programa cosas que ni por asomo habríamos imaginado en un juego de fútbol para Spectrum. Pese a la decepción general ante lo que pudo ser y no fue, una vez aprendías los controles y te acostumbrabas a sus peculiaridades, un partido entre dos personas enfrentadas a cara de perro podía desencadenar trifulcas con más de una jugada espectacular, como rematar de cabeza (sí, también se podía) un centro medido desde la banda o detener con alguna “palomita” un contragolpe del adversario.
Da mucha pena que un juego con tanto potencial no llegase donde merecía, pero poco más de un año después Jon Ritman, autor de Match Day, publicaba la segunda entrega de aquel mítico simulador y de golpe y porrazo relegaba al olvido a toda la competencia pasada, presente y futura. Incluyendo a ese videojuego inglés en cuyo nombre se utilizaba la denominación yanqui del fútbol. Puede que Match Day II no fuese tan completo, pero no le hacía falta para resultar mucho más divertido. Y puede que hasta mucho mejor simulador.
A mi el que más me gustó fue el Emlyn Hughes. Si no lo probaste en su momento, dale una oportunidad un día que estés aburrido. Emulador de ratón para manejar menús, posibilidad de editar nombres de equipos, jugadores, entrenador, habilidades y muchas opciones de configuración…me encantaba que luego aparecieran los nombres reales de los jugadores durante el partido. El balón podía ser dirigido a cualquier dirección, dar taconazos, etc…
http://www.youtube.com/watch?v=jaaIJjx_Pm4
«To many, Emlyn Hughes International Soccer is the best soccer game on not just the Spectrum but on the 8-bit home computers and possibly on any system known to mankind. It is probably the most complete soccer game for it’s time, the scrolling, the control, the options you had, it all made up the champion of soccer games. Simply brilliant.
Sadly Emlyn Hughes passed away on November 9, 2004 from a brain tumour aged 57, he left us though many wonderful memories, as a player, as a team captain on A Question of Sport and as a person. Rest in peace Crazy Horse.»
Hoy en día es una mierda, pero una mierda que a mi me molaba… En su día los jugué toditos todos, pero de fútbol me quedo con el Emlyn…
Saludos.
Hugo.
Emlyn Hughes pasa por ser el mejor juego de fútbol para Spectrum tras Match Day II, que no es tan completo pero sí más divertido y algo más vistoso también. Para cuando salió yo ya no tenía el Spectrum y tuve que esperar a los emuladores para verlo en acción, pero de vez en cuando cae alguna que otra partida. Una buena forma de homenajear al ex del Liverpool.
Yo de futbol la mierda que me molaba mil era el World Champsionship soccer de Artic… luego descbri el gary lineker, que era una especie de football manager y me enganchó tambien.
Yo de futbol la mierda que me molaba mil era el World Champsionship soccer de Artic… luego descbri el gary lineker, que era una especie de football manager y me enganchó tambien.
El de Artic fue uno de los primeros juegos de fútbol para Spectrum y como tal no hay que verlo como una mierda, sino como un primer paso hacia lo que vendría después. Mierda es lo que hizo U.S. Gold con este juego, que de cara al Mundial 86 lo pilló «tal cual», le puso el nombre de «World Cup Carnival», otra carátula y hale, a vender. Con el Gary Lineker yo también me lo pasé muy bien durante un tiempo.
A mi me gustaba mucho aquel juego, era muy bueno para aquel tiempo, era entretenido y muy parecido a lo que realmente es el fútbol. Es obvio que ahora hay mejores pero en esos años me parecía el adecuado.