Eso era lo que jocosamente solíamos decir mis hermanos y yo viendo Cobra en la tele o en el video. Porque es evidente que con un tío así al timón del Ministerio, el problema de la delincuencia en España se acababa en dos días. Con lemas como “yo no trato con psicópatas. Yo me los cargo” (en la escena inicial, la del supermercado) o “es malo para tu salud. YO” (a un grupúsculo de chicanos piojosos, que en la España de 1986 sería perfectamente sustituible por una ralea de gitanos o kinkis suburviales), Marion Cobretti, «Cobra» para los colegas, se ganó un hueco en nuestros corazoncitos juveniles. La peli nos moló mil porque Cobra era el puto amo. Pero es que el juego que Ocean sacó a la palestra con la excusa de la peli, una barrabasada casi mayor que la peli misma, resultó molar un millón.
Por eso mismo, la salida a la palestra de un remake de dicha barrabasada ha de ser tenida en cuenta. O habría de serlo, pues como anuncia The Punisher en su blog, Cobra Forever pasó bastante desapercibido tras su publicación en 2009. Pero afortunadamente ahí están tíos como él y blogs tan cojonudos como el suyo, para conducirnos a la redención.
Porque el remake al que nos referimos no está mal, aunque pierde parte de la simpatía que tenía la versión del Spectrum, llena de homenajes a las pelis más legendarias del bueno de Sly (entre otras cosas, no está la melodía que da inicio a la partida, tomada de Rocky). Por el contrario, me hizo bastante gracia el elevado componente gore, que se echaba de menos en la versión original y que, curiosamente, resalta más jugando en modo “retro”. Porque así es, queridos pinches: podemos seleccionar dos modos de juego, uno con gráficos “modelnos” de aspecto más actual, y otro que recuerda mucho más al Speccy; que personalmente es el que más me gusta.
Tomatina «retro-style» en Cobra Forever.
Decía Stanley Kubrick que era más fácil hacer una buena peli partiendo de un libro mierdoso que hacerlo partiendo de uno bueno, y tenía razón. Y como lo dicho para una peli valdría también para un videojuego, ésa fue una de las razones por las que el videojuego de Cobra quedó tan bien. El material de origen, reconozcámoslo, era de puritito derribo: una especie de Harry el Sucio en plan bestia y con un tufillo fascistoide muy a la moda de entonces en Jolibud, en donde se venía a decir que la policía estaba infestada de maricones, el sistema judicial era morralla, sus integrantes pura chusma, y que la solución a los desmanes de todos ellos estaba en la NRA conjuntada con la Ley del Talión. Muerto el perro se acabó la rabia. Todo muy republicano. Muy ochentero. Muy Reagan, vaya.
Pero Cobra es uno de esos juegos que siguen siendo tan divertidos hoy día como lo eran cuando salieron hace más de veinte años. Y el culpable de que esto sea así tiene nombre y apellido: Jonathan Smith. Cuando en Ocean le encargaron realizar un videojuego basado en la película cuya licencia acababan de adquirir, él no se arredró y cogió el toro por los cuernos. Como bien apunta The Punisher en su blog, consciente de que el Spectrum no daba de sí ni para una mierda de peli como ésta, él decidió que lo mejor que podía hacer era pasársela por el forro de los cojones. “Joffa” Smith era un genio, un tío que tenía claro dónde estaba el límite de los medios con los que curraba, aunque desde luego sabía aprovecharlos como nadie. Así que se decidió por adaptar la peli al Spectrum y no al revés; y el resultado, como no podía ser de otra forma, fue una esperpéntica genialidad pasada de rosca, llena de coñas hacia la figura de Stallone y sus películas más conocidas. Una genialidad que bien se merece un remake como Cobra Forever, que aunque no sea tan bueno como la versión original sí que le hace justicia.
Agregado a mi mista de juegos a probar (la versión Spectrum)
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