Lo reconozco: soy un vago. Para horror de neoliberales y de todos aquellos que consideran, así en general, que el trabajo es un privilegio, yo lo veo antes como un mal necesario para pagar facturas. Porque en la vida no he sido lo bastante listo (o caradura) para ganarme la vida sin necesidad de trabajar y no me queda otra, así que procuro dedicar al trabajo lo menos posible y a cambio disponer de tanto tiempo libre como pueda, aprovechándolo en actividades realmente útiles. Como por ejemplo jugar con alguna de las muchas novedades que suelen presentarse para el Spectrum en tiempo de Navidad, retrotrayéndonos de algún modo a esos años en que el micro de Sinclair estaba en todos los hogares y esta época del año era marcada en rojo por las casas de software, que echaban toda la carne al asador reservando sus lanzamientos de mayor postín. Y antes de juzgarme gratuitamente piensen esto: si el trabajo fuese algo bueno, los ricos se lo habrían quedado todo para ellos.
«Oye tío, no digas bobadas. Que nosotros nos matamos a currar».
Os dejo con tres propuestas para vaguear de lo lindo. Pero con elegancia, gracias a Spectrum:
1: Baby Monkey Alba.
El concurso ZX-Dev Conversions, promulgado hace ya algunos meses, es el marco que acoge este programa obra de Javier Quero y testado entre otros por su hija pequeña. Con excelentes resultados, vista la magnífica acogida que ha disfrutado esta conversión inspirada en una de las míticas Game & Watch, esas maquinitas de Nintendo antecesoras de las que más adelante convertirían a la gran N en la reina del juego portátil. Aunque prima la jugabilidad sobre cualquier otro aspecto, Baby Monkey Alba está diseñado con buen gusto visual, fijándose sin tapujos en el original japonés pero sin renunciar a todo lo que las superiores prestaciones del Spectrum permiten añadirle, tal que numerosas pantallas (lo que se traduce en una mayor variedad de juego) y una excelente y pegadiza melodía para ambientar la partida. Francamente no se puede pedir más.
2: QBox.
Su autor, Sergio Llata, lo define como «un juego de plataformas llevado a otra dimensión». Se entiende a primera vista observando una de sus pantallas, pero sobre todo al tener en cuenta que QBox está hecho con el Arcade Game Designer de Jonathan Cauldwell; un programa ya veterano pese a ser actualizado periódicamente y con algunas limitaciones importantes, pero que aún se utiliza profusamente en la creación de videojuegos para Spectrum. Como Baby Monkey Alba, sin ir más lejos. El AGD no está pensado para visualizar entornos en tres dimensiones, lo que nos da una idea de las dificultades a las que Sergio Llata hubo de enfrentarse para convertir su proyecto en una realidad tangible, a la que solo le falta algo de colorido para quedar redonda del todo. Ya que hablamos de redondeces, el protagonismo de QBox le corresponde a una pelota que debe recorrer una serie de niveles cada vez más intrincados, buscando un conjunto de llaves numeradas que, recogidas en orden, le permitirán pasar al siguiente nivel tocando una pirámide que hace las veces de «puerta». Nos encontramos con algo así como un estofado producto de mezclar Marble Madness con Kirel (1986), pero con una curva de dificultad mucho mejor ponderada y que vale la pena probar.
3: Knight Hero.
El Arcade Game Designer vuelve de nuevo a la palestra con este juego de plataformas inspirado en el ajedrez y bastante más tradicional y menos sofisticado que QBox, pero no obstante realizado con buena maña por Jaime Grilo. Controlando a un caballo (de ajedrez, se entiende) hemos de recorrer 17 pantallas para rescatar a las demás piezas que nos acompañan en el tablero, esquivando las piezas del color rival. Siendo el caballo la única pieza del ajedrez capaz de saltar, ya podemos imaginarnos cual será nuestra principal arma para superar obstáculos moviéndonos de una plataforma a otra. Y tratándose de ajedrez, no sorprende que podamos jugar controlando al caballo blanco o al negro.