Porque eso es a fin de cuentas la historia de la selección española de fútbol, que en unos días volverá a enfrentarse a su pasado de siempre con la intención de dejarlo atrás. O mucho me equivoco o su particular leyenda seguirá engrandeciéndose tras la próxima Copa del Mundo.

Porque hablamos ni más ni menos que de lo que hablamos: de una especie de Atlético de Madrid vestido con una bandera nacional; un equipo que siempre se ha creído ombligo cuando difícilmente llega a planta del pie, si es que alcanza a eso. Para mí, lo más divertido cuando llega una de esas grandes citas en la que la Roja parte como gran favorita (sic) es leer los titulares de los tabloides deportivos. Comparar los días previos al comienzo de la competición con el transcurso y el final de la misma proporciona un buen puñado de risas, a poco que uno se tome las cosas como se las debe tomar. Que no olvidemos que hablamos de España y de su equipo de fútbol, que al igual que el país al que representa, tiende a ser cualquier cosa menos algo serio.

De recordárnoslo con pelos y señales se encarga el veterano periodista Enrique Paradinas en su libro La Roja en la Copa del Mundo. Un libro que mola mil por motivos que a estas alturas casi huelga comentar. Por si alguien lo dudaba, la portada viene a dejar claro por donde van los tiros:

Imposible resumir mejor el libro. Simplemente sublime.

Porque hablamos de lo que hablamos: de una selección de perdedores natos, expertos en lo que ahora llamaríamos “crear hype” (y que hype, oigan) a su alrededor para luego no comerse una rosca, esgrimiendo cualquier excusa excepto la propia incompetencia. No hay que olvidar que hablamos de España, un lugar donde nadie es responsable de sus actos. Y si alguien la caga la culpa siempre es de cualquier otro; o bien de una maldición gitana o vudú, cuando no del sempiterno contubernio masónico. En resumen, cualquier cosa sirve para justificar lo injustificable. Paradinas hace un exhaustivo recorrido por ese compendio de despropósitos, y muchas veces lo hace sin ahorrarse mala milk, como cuando describe la etapa de Javier Clemente al frente de la selección o el patético (sí, también, y esta vez hasta decir basta) episodio del Mundial ´82, en el que la selección destinada a “jugar la final” (no lo digo yo. Fueron palabras de Quini poco antes de comenzar el torneo) acabó como la peor anfitriona en la historia de los Mundiales, algo que sigue siendo a día de hoy. ¿Acaso alguien lo dudaba?

Por fortuna, los aficionados a los videojuegos tenemos la ocasión de intentar cambiar la historia, aunque a veces el resultado de esos intentos asuste por sus posibilidades premonitorias. Hace unos días, por ejemplo, jugué un simulacro de Mundial de Sudáfrica con el PES 2009 y España acabó fulminada por Portugal en octavos: 1 – 2 y a casa antes de tiempo, para no faltar a la tradición. Claro que a veces también se pueden alcanzar estados de verdadero éxtasis, como cuando antes del Mundial de Francia jugué otro remedo de competición con el FIFA 98 y acabé ganando el torneo. Y no de cualquier manera, si no derrotando a la anfitriona en la final por 0 – 1, con gol de Raúl (y a pase de Hierro, ¡toma ya!) en el minuto 114 de partido. Muchos no podrían imaginar algo así ni en sus sueños húmedos más intensos. El Spectrum también puso su granito de arena en esta historia antes del Mundial de Alemania, y ni que decir tiene que mucho antes de eso, durante México ´86 por ejemplo, las partidas con el Match Day ayudaron un poco a digerir los fiascos de nuestro equipo nacional, aunque fuese a base de hechos que, una vez borrada la memoria del ordenador, jamás salían de mi habitación ni de mi imaginación.

En fin, que el Mundial de Fútbol 2010 se aproxima. Agárrense los machos.

La selección española, dispuesta una vez más a que le den por el culo.

4 thoughts on “La historia de una cuadrilla de perdedores patéticos”
  1. Es raro y curioso que nadie haya hecho ningún comentario al respecto después de que España ganara ese mundial. Y más aún que tú no hayas añadido ninguna post data.
    ???!!!!!

  2. Gracias por la aclaración. Desde que descubrí esta web (ya no recuerdo buscando qué), me encantó y decidí leer todos los artículos desde el principio y poco a poco (no dispongo de mucho tiempo). Actualmente estoy leyendo el 2010 (y todavía no he llegado hasta esa que citas), por eso me había sorprendido. Pero en ningún caso lo había dicho de forma recriminatoria, simplemente me había sorprendido enormemente. Enhorabuena por la web.

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