En 2017 el Spectrum habrá cumplido 35 años, lo que representa una eternidad en términos informáticos pero tampoco mucho menos en relación a la existencia humana. Háganse a la idea: basta pensar que la mayoría de quienes hoy pasan el rato jugando frente a su ordenador o consola ni siquiera habían nacido cuando el Spectrum «falleció» comercialmente en 1993; o bien lo hicieron hacia el final de los 80 y si llegaron a utilizar el Spectrum fue poco menos que de soslayo. Contando con que los chavales, como norma general, suelen introducirse en los videojuegos a partir de los seis o siete años de edad, las generaciones nacidas desde que acontecieron hechos como la entrada de España en la UE, en 1986, son las de la Game Boy y la PlayStation.
Resumiendo, gente que frisa los treinta años de edad o los supera por poco, una edad provecta a la que se llega (o más bien se llegaba hasta hace poco) emancipado, casado y hasta con hijos. Nos referimos a gente con capacidad suficiente para, si se lo propone, ahondar en la historia de su afición (también su profesión, cada vez en más casos) y emitir juicios de valor si se tercia.
Matusalén.
Esto, en determinadas circunstancias, no ha de ser necesariamente negativo: hace poco, una persona me comentaba que uno de los mayores problemas de la escena retroinformatica (sobre todo española, aunque fuera también se produce en menor medida) es que principalmente está compuesta por gente que «se fue y volvió». Que tuvo un Spectrum en su niñez y ahora, muchos años después, se ha reencontrado con él, lo que se traduce en una palabra: nostalgia. De la infancia perdida, de un pasado presuntamente mejor, libre de las preocupaciones inherentes a la edad adulta, o de lo que sea. El problema de la nostalgia es que si no estamos atentos puede nublarnos el juicio hasta llevarnos al borde de ese barranco llamado «nostalgia gratuita»: la incapacidad de juzgar hechos del pasado desde una perspectiva ecuánime e independiente, porque antes todo nos parecía de puta madre por el simple hecho de ser jóvenes.
Tratándose del Spectrum, que a fin de cuentas es lo que nos interesa, esto es menos probable si quien opina jamás tuvo uno ni lo disfrutó en su época de máximo esplendor. Claro que es deseable que se haya ilustrado antes, porque como contrapartida existe el riesgo de que meta baza algún integrante de esa «generación mejor formada», la misma que asocia el intelecto a la posesión de titulaciones absurdas con denominaciones rimbombantes (preferiblemente en inglés, of course), mientras te planta en la cara un texto donde puede leerse la palabra «cocahína». Sí, escrita tal cual la están leyendo.
«No tengo ni zorra de qué era el muro de Berlín, pero soy más culta que vosotros porque estoy titulada en idiomas. En especial francés y griego».
Por fortuna este no es el caso de Octav1us Kitten, una chica británica que se distingue por dos motivos: su afición a los gatos y a los videojuegos.
No, no es lo que estáis pensando, cochinos.
No es la primera vez que expreso mi poca querencia por los youtubers en general, pero el caso de Octav1us Kitten es especial. Sí, vamos a dejarlo claro desde ya: está buena y es plenamente consciente de ello, y no por encasquetarse unas orejas de gato en la cabeza para salir a escena.
Consciente de sus puntos fuertes, en efecto.
Ahora en serio, la verdad es que Octav1us resulta muy simpática, dicharachera, y no escatima recursos a la hora de exhibir un acerado sentido del humor. Su especialidad son los videojuegos clásicos, mejor cuanto más miedo le provoquen; y pese a centrarse en cosas más actuales como la Play 2, siendo ciudadana británica no sorprende que haya acabado dedicándole un hueco al Spectrum y que se haya estrenado con él repasando los juegos del que, quizá, sea su icono más indiscutible: Horacio, un personaje al que podríamos calificar como la «mascota» del Speccy y que ha protagonizado numerosos juegos al correr del tiempo, más allá de los tres por los que fue originariamente conocido y en los que Octav1us, obviamente, se centra sobre los demás. No en vano marcaron una época y todavía hoy siguen siendo muy divertidos. Y apreciables en lo que valen, más allá de su condición de clones de recreativas.
Es algo que Octav1us reconoce, sin escatimar por ello una abundante dosis de mordacidad; detalle este último que muchos fans seguramente obviarían por respeto a la nostalgia. Su nostalgia. Resultan particularmente hilarantes las secuencias que muestran a Horacio acudiendo a una agencia de colocación en busca de trabajo. Hace tiempo que sus mejores días quedaron atrás, y ya nadie se acuerda de él. Por otra parte, la singularidad de su morfología le complica muy mucho actos tan sencillos como buscarse ropa adecuada… Ni que decir tiene que los vídeos están en inglés y sin subtitular (¡la generación mejor formada tiene aquí una oportunidad para demostrar cuánto sabe de idiomas!), pero casi no hace falta entenderlo para disfrutar de lo lindo.
httpv://www.youtube.com/watch?v=5zgsjt9NYw8
httpv://www.youtube.com/watch?v=NYfsrrXwKrg
Información Bitacoras.com
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