Los inicios del videojuego como negocio fueron, sin duda, tiempos de ingenuidad. Aunque obviamente era un negocio, ni mucho menos lo era en la proporción actual, lo que permitía ciertas pautas de funcionamiento que serían impensables hoy día. Sobre todo en Europa, donde la industria de los videojuegos era una cuestión casi artesanal, formada en su mayoría por una miríada de empresas no ya minúsculas, sino microscópicas, cuando no directamente por gente que trabajaba en solitario desde su casa tras salir del colegio o el instituto, editándose ella misma el fruto de sus desvelos. Dinamic empezó así, sin ir más lejos: dos tíos programando en casa con un Spectrum conectado a una tele en blanco y negro, que vendían por correo las cintas que ellos mismos ilustraban a mano y copiaban con una minicadena. Eso ocurría en 1984.

La plantilla de Dinamic en 1985, tomándose un descanso a la puerta de la oficina.

Mientras tanto, en Estados Unidos ya habían tenido tiempo incluso para vivir el primer “crack” del sector, y existían empresas verdaderamente grandes operando a escala internacional. Una de las pioneras (y de las más potentes y conocidas) era Epyx, cuya historia ilustra de nuevo lo distinto que era el incipiente mercado europeo comparado con el de Japón o los propios USA, que iban diez o quince años por delante del nuestro. En las tierras de George Washington Epyx forjó su leyenda a partir de 1978 gracias al RPG, un concepto de juego que no arraigaría en Europa hasta principios de los años noventa. Aquí la historia sería, empero, muy distinta; hasta el punto de que muchos jugones europeos no conocieron la “otra cara” de la compañía hasta la llegada masiva de Internet. Una historia fascinante resumida en la siguiente Leyenda:

Leer Videojuegos deportivos Epyx: un poco de historia.

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