Hace un tiempo comentaba el debut de Migueleto en la «retro escena» con Double Bubble, un singular juego de puzzles caracterizado por su dificultad. No inaccesible, pero sí elevada respecto a lo que es costumbre hoy día hasta en juegos de nuevo cuño destinados a un ordenador como el Spectrum.
Bueno, pues Miguelto ha regresado, y lo ha hecho con un juego construido sobre el mismo pilar básico de dificultad. Acabar Robots Rumble supone un verdadero reto, aunque después de haberlo probado tengo la impresión de que no será tan complicado como Double Bubble. De hecho, es posible llegar relativamente lejos tras unas cuantas partidas de entrenamiento. La prueba fehaciente de que este juego es más asequible que su antecesor quizá resida en el hecho de que, a los pocos días del lanzamiento, alguien ya lo había finalizado y había subido la partida a YouTube. Para el caso de Double Bubble hubo que esperar bastante más.
Las citas continuas a Double Bubble no son gratuitas porque Robots Rumble recuerda mucho a él. Ambos programas guardan numerosas similitudes en cuanto a estructura argumental, mecánica y aspecto gráfico, pero Robots Rumble tiene personalidad suficiente para destacar por sí mismo gracias a detalles muy simpáticos y de gran originalidad. En él controlamos un robot que ha de descender hasta a parte inferior de cada pantalla, bajando de plataforma en plataforma. Hay que procurar no caer sobre los obstáculos que jalonan el recorrido, por lo general en forma de placas con unos pinchos enormes. Hasta aquí todo normal.
La gracia reside en que el control del robot se efectúa de manera completamente inusual: a ambos lados de la pantalla tenemos sendos imanes que podemos desplazar verticalmente, usándolos para atraer al robot a izquierda o derecha según nos convenga. Hay que tener en cuenta que el robot no puede detenerse una vez se empieza a mover en cualquier dirección, así que estaremos obligados a trazar planes si no queremos que el robot caiga donde no debe. En resumidas cuentas, toca pensar antes de actuar.. pero tampoco demasiado, o la batería del robot se agotará antes de que podamos localizar una recarga.
Así descrito, el dichoso control puede parecer confuso, pero las apariencias cambian en cuanto se juega un par de veces. Es sencillo, original y divertido. Como también lo es el aspecto gráfico, caracterizado por unos diseños pequeños en tamaño pero bien definidos y agradables, siguiendo las pautas trazadas por Migueleto en creaciones anteriores como Space Junk o Parachute, además del ya citado Bubble.
Por añadidura, la música del juego en modo 128 Kb es estupenda, destacando la versión del mítico Chase compuesto por Giorgio Moroder para la BSO de El expreso de medianoche, aunque acabe resultando un poco machacón porque apenas escucharemos un pequeño fragmento, repetido en bucle infinito. Claro que el tema original tampoco es que destaque precisamente por su eclecticismo. Y más durando ocho minutos de vellón…
En resumen, el juego merece la pena. No sobresale por nada, pero está equilibrado en todas sus facetas y, como resultado, cumple dignamente con la misión principal que debe atribuirse a cualquier videojuego: entretener, hacer que pases un rato divertido. Incluso la dificultad está razonablemente ponderada, aunque no falten ocasiones para frustrarse: la batería del robot se consume a toda velocidad y cada vez que se pierde una vida hay que empezar nuevamente desde el principio. Son detalles que no incentivan, precisamente, el interés que podamos tener por superar el reto que se nos plantea.
Hola Leo, muchas gracias por la review!!
🙂 Me alegra que le echaras unas partidas!!
De nada. Gracias a tí por el juego.