A lo largo de la ya prolija historia de esta web, he dejado constancia en reiteradas ocasiones de mi poca querencia por las aventuras conversacionales, pero sin eludir un reconocimiento a la importancia que tuvieron incluso más allá del mundo de los videojuegos. Porque no solo contribuyeron a su desarrollo, sino que fomentaron el gusto por la literatura entre sus (casi siempre) jóvenes fans, y más en concreto por la litaratura fantástica. Especialmente fuera del mundo anglosajón, donde por increíble que pueda parecer, novelas como El hobbit o El Señor de los Anillos eran virtualmente desconocidas a principios de los ochenta.

Las aventuras conversacionales se adaptaban fácilmente a los estándares de equipos sumamente limitados, que en algunos casos ni siquiera podían mostrar gráficos en la pantalla, siendo fáciles de programar en relación a otros juegos más sofisticados. Lo principal era tener a mano un buen guión y saber desarrollarlo convenientemente. De hecho, con la llegada de aplicaciones como Graphic Adventure Creator (1985) ni siquiera hizo falta saber de programación para escribir aventuras que perfectamente podían destinarse al mercado comercial y venderse en las tiendas.

Los pájaros de Bangkok, basada en una novela de Manuel Vázquen Montalbán, diseñada con el GAC y publicada a lo grande por Dinamic en 1988.

Este cúmulo de razones impulsaría la publicación de El misterio de la montaña de plata y La isla de los secretos, que ya fueron ampliamente comentados en la Red tras ser «redescubiertos» hace algún tiempo pero que yo no había leído hasta ahora. Más que nada por abulia, pues se trata de sendos libros dirigidos a un público preadolescente, de entre diez y quince años más o menos, y que por tanto no requieren un excesivo esfuerzo de lectura, siendo posible despachar ambos en cuestión de una hora como mucho. Aquellos que encuentren semejanzas de estilo entre los libros aquí mentados y estos legendarios coleccionables habrán demostrado tener buen ojo, pues su editorial original británica es la misma: Usborne Publishing, nacida en 1973 y especializada en literatura infantil y juvenil. Su popularidad había aumentado paulatinamente durante el último lustro de los setenta y con el salto a los ochenta ellos mismos optaron por dar otro salto, el del Canal, e introducirse en nuevos mercados.

En España, sus fascículos coleccionables sobre historia, ciencias o tecnología (entre otros temas) obtuvieron bastante éxito en los primeros compases de la década, distribuidos por una subsidiaria de Ediciones SM, una de las empresas del ramo más importantes del país. Sin embargo, tanto El misterio de la montaña de plata como La isla de los secretos, fechados ya en 1984, serían editados al año siguiente por Anaya. ¿La razón? Todo apunta a que SM, que tenía en sus manos buena parte del catálogo de Usborne, optó por «pasar» de ciertos títulos a los que no auguraba buena acogida, aparte de que el formato empezaba a saturarse un poco, con editoriales como Plaza & Janés o la propia Anaya haciendo competencia.

La cuestión es que estos libros son un poquito diferentes al resto. El nombre que los engloba en forma de sucinta colección, Aventuras con mi ordenador, nos da casi todas las pistas acerca de en qué consiste el invento: estamos ante lo que podríamos denominar burdamente como «videolibrojuegos». Tras unas páginas de introducción a modo de guía de uso, las siguientes nos detallan una historia que bebe directamente de las fuentes de Tolkien, profusamente ilustrada, la cual nos conduce al verdadero meollo del asunto, localizado en el tercio final: un listado en BASIC que contiene el código de una aventura de texto que habremos de teclear en nuestro ordenador, con la particularidad de ser válido para los ordenadores más populares del momento excepción hecha del Amstrad CPC (que aún no había salido) y el MSX (que no había aterrizado en Europa), pero incluyendo el Spectrum, por supuesto. El «truco» que asegura la compatibilidad reside en cambiar determinadas líneas del programa según el ordenador en el que estemos programando, siguiendo las indicaciones de los libros. Una vez acabado, y si no hemos cometido algún error, toca divertise.

O eso es lo que se nos induce a creer. Porque la realidad es que estamos ante dos programas de hechura un tanto rudimentaria. Dos conversacionales en puritito texto, sin gráficos, donde la función de estos la suplen los propios libros con sus ilustraciones, que contienen pistas para resolver los enigmas que encontraremos a lo largo de la aventura. Esto, obviamente, simplifica mucho los listados, pero la realidad es que ninguno de los juegos posee mayor valor que el de poder decir “esto lo he hecho yo”, algo de lo que tampoco es que haya que jactarse en demasía porque te has limitado a teclear el programa de otro, tal como podrías haber hecho partiendo de una de tantas revistas de informática que, para entonces, ya publicaban juegos mejores que estos en forma de listados para teclear. Además, los coleccionables de Usborne solían ser caros, y despojados del acertado tono didáctico que los caracterizaba perdían todo su interés: con estas Aventuras en mi ordenador no aprenderás nada sobre informática ni programación, así que al final, lo que queda es un producto que sinceramente no merece la pena.

Y así debió pensar la gente en su día, pues no recuerdo haber visto nunca estos libros por ningún sitio. No sorprende nada que no saliesen títulos nuevos de lo que hoy no pasa de ser una mera curiosidad para tarados de la retroinformática y otros grupúsculos de nostálgicos que, si quieren, podrán probar los juegos sin necesidad de flagelarse tecleando BASIC con un ordenador antediluviano, puesto que ambos están disponibles, mismamente para el Spectrum, en WOS. En inglés, eso sí, pero tampoco es que estemos precisamente ante el The Hobbit de Melbourne House, y por tanto no hará falta dominar la lengua vernácula de Tolkien como esta señora para finalizarlos con relativa holgura.

2 thoughts on “Escribe tu propia aventura”
  1. Joñio… ¡Yo tengo el de la Isla de los secretos!!!! 🙂

    No recuerdo cómo cayó a mis manos, hay que tener en cuenta que para 1985-6 o más yo vivía en un plueblo perdido del interior de Argentina… No puedo recordar si ese libro me lo trajo de regalo algún pariente de ciudad o de dónde lo saqué.

    El caso es que me copié todo ese listado en mi C64, un trabajo arduo… de hecho no tenía casetera asi que era copiarlo y NO apagar el ordenador. Quizás lo haya tecleado más de una vez pero no llegó a funcionar, seguramente se me colarían algunos errores o me faltaría algo.

    Aunque como bien dices es una castaña, igual tengo un buen recuerdo del tema, seguramente porque no tendría otra cosa!! 😀 😀 😀

    Tengo que ver si encuentro ese libro y si no está preservado (¿sabes algo?) hacerle un escaneo.

  2. Joder, pues teclear el listado «a pelo» (incluso uno relativamente corto como los de estos libros), sin casetera y encima en un C64, con el BASIC tan arcaico que usa, es para ponerte un monumento. Cosas como estas son de las que se hacen de niño: una persona adulta y mentalmente competente se negaría a tal, ni aunque ello significase tener que usar el ordenador únicamente como pisapapeles.

    Ambos libros están preservados, pero no en una localización fija. Con hacer un «googleo» basta para localizar alguna página donde bajárselos en PDF sin problema alguno.

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