La historia del software de entretenimiento se ha escrito en base a muchos nombres propios. Entre ellos están los programadores de videojuegos, algunos de los cuales han llegado a alcanzar la categoría de mito, como por ejemplo Richard Garriot, el creador de la legendaria saga Ultima. El Spectrum tampoco fue ajeno a este fenómeno, y durante su longeva existencia vio desfilar por sus tripas muchos juegos que convirtieron a sus creadores en personajes de gran notoriedad y relevancia dentro del mundillo, sobre todo en Europa. Tampoco es menos cierto que hubo muchos grandes programadores que, queriendo o no, prefirieron mantenerse en un discreto segundo plano detrás de sus creaciones; bien por conservar un «halo de misterio» sobre ellos, como los hermanos Stamper en Ultimate, o bien por otros motivos más relacionados con el pavor a la fama y las masas, como era el caso de Mike Lamp. El caso del sueco Bo Jangeborg es más o menos uno de éstos últimos: él siempre se mantuvo a la sombra de sus extraordinarias creaciones, siendo casi un completo desconocido para muchos de los que disfrutaban jugando partida tras partida con Fairlight o mostrando sus dotes de dibujante con el Artist.

Bo Jangeborg en la actualidad.

Esto no quita para que Jangeborg haya pasado a la historia como uno de los grandes creadores de videojuegos para Spectrum, a pesar de que su carrera no esté precisamente jalonada de títulos. Pero quizás sea este último detalle el que contribuye a engrandecer más su obra. El programador afincado en Göteborg sólo necesitó de un par de programas para hacerse con un hueco en la historia del Spectrum. Por añadidura demostró una increíble versatilidad, siendo igualmente capaz de programar tanto una potentísima utilidad de diseño gráfico como una absorbente videoaventura en 3D, mostrando en ambos casos un excepcional dominio de las «artes programativas» y dando como resultado dos creaciones de altísima calidad, que dieron pie a sendas continuaciones aún mejores si cabe.

No obstante, el nombre de Bo Jangeborg irá siempre asociado al de Fairlight le pese o no, aunque ya antes había demostrado de lo que era capaz diseñando el que posiblemente sea el mejor programa de dibujo para Spectrum junto al Melbourne Draw: The Artist, un programa que en su momento pasó prácticamente desapercibido pese a sus fantásticas cualidades. En un momento en que los juegos «tipo Filmation» estaban en su época de máximo esplendor, el amigo Bo destapó el tarro de las esencias con un juego que, pese a estar claramente inspirado en las clásicas videoaventuras de Ultimate, resultaba revolucionario en muchos aspectos: ambientación como nunca antes se había visto en un juego de su tipo, diseño rompedor de las pantallas y el mapeado, enemigos dotados de inteligencia propia, objetos con peso independiente según tamaño, un sistema de carga que luego sería utilizado hasta la saciedad, rutinas de sonido que dieron pie a una bellísima melodía de presentación… Todos estos factores se aliaron para que Fairlight se convirtiese en una obra maestra de los videojuegos, aunque su impacto inicial se haya diluido con el paso del tiempo al ser un juego que se quedó entre dos aguas por así decirlo, eclipsado por las pioneras videoaventuras Filmation de Ultimate y por los juegos 3D de Jon Ritman, posteriores en fecha, superiores técnicamente, y apoyados por una de las mayores empresas de software del mundo (Ocean) y por la gran popularidad de Jon Ritman y su grafista Bernie Drummond, dos tipos muy carismáticos y con una acentuada personalidad.

Detalles como el peculiarísimo sistema de carga de Fairlight y la magnífica presentación que lo acompañaba hicieron correr raudales de tinta en las revistas especializadas.

Es por esto que cuando me planteé seriamente hacerle una entrevista a una gran personalidad del software de entretenimiento para Spectrum, uno de los primeros candidatos que me vinieron en mente fue Bo Jangeborg, por aquello de ser una especie de «gran desconocido» incluso para muchos aficionados al invento de Sir Clive. Evidentemente son muchos los que se acuerdan de Fairlight, Fairlight II o incluso The Artist, pero no son tantos los que recuerdan al hombre que estuvo detrás de todas aquellas genialidades. Una conversación por Messenger con un amigo al que le encantaba Fairlight pero desconocía cualquier aspecto de la vida obra y milagros de Bo Jangeborg, acabó por trazarme el camino a seguir. El resto fue más sencillo de lo que esperaba, sinceramente. Tras ponerme en contacto con Jangeborg a través de la página web de su actual empresa, www.softwave.se/, resultó ser una persona muy amable y accesible. No sólo contestó rápidamente a mis requerimientos para entrevistarle, sino que le hizo ilusión que alguien todavía se acordase de él y de sus programas, transcurridos ya casi 20 años desde que se publicó The Artist. En ningún momento puso objeciones a la hora de formularle las preguntas, e incluso llegó a facilitarme el número de teléfono de su propio despacho por si queríamos entrevistarle «de viva voz» en lugar de por email. Pero las llamadas telefónicas a Suecia no son precisamente baratas, así que decidí mantener el esquema original de entrevista vía «emilio» en inglés.

Aquí está el resultado de mis pesquisas, que espero sea de vuestro agrado. ¡Que lo disfrutéis!

Leer la entrevista a Bo Jangeborg.

2 thoughts on “Entrevista a Bo Jangeborg: Intro”
  1. Siento envidia (de la sana, claro jeje) por esta gente, que estuvo en el lugar justo donde me hubiera gustado estar a mi.

  2. Pues en parte sí, aunque curiosamente son pocos lo que lo echan realmente de menos. Costa Panayi manda a la mierda a todo aquel que pretende hablar con él sobre los tiempos dorados del Spectrum, y Steve Turner confesó a Kim Lemon en una entrevista que hoy día vivía mucho mejor que entonces: trabajaba menos y ganaba más, pero que mucho más 😉

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