Se cumplen treinta años del lanzamiento de Sabre Wulf, que en más de un aspecto supuso un punto de inflexión en la historia del Spectrum y los videojuegos. Muchos lo consideran, no sin razones, el mejor juego de Ultimate y el que mejor ha envejecido, por encima incluso de Knight Lore. Lo cierto es que su lanzamiento provocó un terremoto mediático inimaginable hasta entonces. Los hermanos Tim y Chris Stamper habían convertido a Ultimate en referencia desde su fundación, y menos de dos años después cualquier novedad procedente de la empresa, envuelta deliberadamente con un manto de enigmas para aumentar su impacto, se convertía de inmediato en el mayor objeto de deseo entre la creciente legión de aficionados europeos a los videojuegos.
La fiebre desatada en torno a Sabre Wulf permitió a Ultimate establecer nuevos estándares para futuros lanzamientos no ya propios, sino de otras muchas empresas con pretensiones de grandeza que a partir de entonces copiarían el modelo, y romper de paso más de un tabú: conscientes de la bomba que tenían entre manos, los Stamper decidieron publicar el juego a un precio mayor que el de la media acostumbrada para las grandes novedades, ofreciendo a cambio una presentación de lujo en un precioso estuche forrado de tela oscura y la garantía de un producto infalible a todos los niveles, tanto técnicos como de jugabilidad. Lo que parecía una estupidez se demostró como un golpe maestro en materia de negocios y el juego vendió casi 400.000 copias, algo inaudito hasta entonces. Ni siquiera importaba que fuese fácil de copiar al no incluir protección alguna contra la piratería: la gente solo quería comprarlo original, tener su ejemplar en casa y presumir de él ante las visitas. La caja, por si misma, ya quedaba de maravilla bien colocada en una estantería.
Dos versiones de presentación en sendas ediciones propiedad de JMV. La primera, la original para Spectrum, es la de la izquierda.
Pero el contenido de esa caja, el juego en sí, tampoco desmerecía precisamente. Sobre él se ha escrito tanto (como de casi todos los juegos de Ultimate a decir verdad) que cualquier nuevo comentario sobra, aparte de que sería difícil encontrarlo. Tres décadas después de su publicación continúa siendo delicioso, y entre los amantes del Spectrum más veteranos, aquellos que tuvieron la suerte de verlo llegar y probarlo antes que nadie, despierta un sentimiento de entrañable nostalgia por los buenos recuerdos que les trae.
Porque esencialmente no hay quien guarde malos recuerdos de un juego que, lisa y llanamente, estaba hecho para triunfar, para ganarse desde el primer instante a todo aquel que lo jugaba gracias a un diseño lleno de virtudes, técnicamente inteligente y sumamente atractivo de cara al usuario, que no tenía problemas para aceptarlo nada más concluir la carga, predispuesto a sentarse frente al televisor durante horas y horas. Bonito, dotado con un movimiento ágil y extraordinariamente fluido, adictivo gracias a su equilibrada mezcla entre arcade y aventura y a un nivel de dificultad inicialmente alto pero accesible, lo que posibilitaba soñar con acabarlo sin trucos a poco que se tuviera algo de paciencia, Sabre Wulf lo tenía absolutamente todo para convertirse en una leyenda. Lo conseguiría, merecidamente, de un día para otro, y marcaría el inicio de la época cumbre del Spectrum. Como ordenador, pero sobre todo como máquina de videojuegos.
Información Bitacoras.com
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El juego fue toda una revolución de la época, yo mismo estuve jugando cientos, miles de horas. Aún lo recuerdo con mucho cariño y es muy recomendable jugarlo. Una joya.
Estupendo artículo.
http://Www.solanoserrano.es
Muchas gracias por l oque me toca. Yo también tuve la fortuna de poderlo jugar (y en primicia) horas y horas.