Durante el recientemente concluido 2020 se cumplieron treinta años desde la celebración del Mundial de Fútbol de Italia ´90, que pasaría a los anales quedando a la altura del fútbol que atávicamente se juega en ese país: el Mundial con el promedio goleador más bajo de cuantos se han disputado hasta hoy quedó marcado por el juego defensivo, roñoso y mezquino. Por primera vez en la historia de la competición, la mayoría de partidos jugados en las eliminatorias de la segunda fase se resolvieron en la prórroga o directamente a penaltis, culminando en una final soporífera decidida por obra y gracia de una pena máxima inexistente, señalada por el árbitro contra la opinión de uno de sus linieres cinco minutos antes del final para ahorrarle la enésima prórroga al público, que se dormía en sus asientos. Por todo ello no sorprende que Italia ´90 esté considerado como el peor Mundial de la historia casi por unanimidad.

«Ciao», un estrambote a la altura del Mundial del que fue mascota.

Pero aún así, el evento dejó algunos hitos positivos a reseñar. Sobre todo para los alemanes, que ganaron su tercer título (el primero como país reunificado) luego de dos finales perdidas de forma consecutiva. Y en especial para los argentinos, que fueron los verdaderos protagonistas del torneo.

Para defender la corona ganada cuatro años antes en México de mano de (inserten risas aquí) un Maradona estelar, Carlos Bilardo seleccionó a un grupo que era esencialmente una banda mafiosa antes que un verdadero equipo de fútbol, y con el olfato maquiavélico que le caracterizaba (más risas, que el apodo de «el Narigón» por el que era conocido no es casual) escogió a numerosos jugadores que militaban en equipos transalpinos buscando ganarse el favor del público local. Empezando por el mismo Maradona, idolatrado en Nápoles hasta el punto de que cuando la suerte y los cruces quisieron que Argentina y los anfitriones disputasen una de las semifinales en la ciudad, sus habitantes estaban claramente divididos y muchos mostraban su apoyo a los sudamericanos ante las cámaras de la RAI sin el menor pudor. Fue la antesala de lo que se conocería como «el segundo maracanazo», culminado en la que tal vez sea la tanda de penaltis más famosa de todos los tiempos:

Aquel partido representó la cúspide de la trayectoria argentina en el campeonato, que había empezado perdiendo en la inauguración frente a Camerún (primera victoria de un equipo africano en la historia de los Mundiales) jugando fatal y con «el Narigón» amenazando a sus pupilos con estrellar el avión de regreso a Argentina si caían eliminados en la primera fase. Sin dejar en ningún momento de ir a trompicones, los argentinos fueron de menos a más hasta plantarse en la final, que acabaron perdiendo y cuya resolución todavía escuece en un país donde el fútbol es una religión y el victimismo una forma de vida. Años después de aquello, Maradona hacía suyo en su autobiografía Yo soy el Diego aquel sentimiento que sus compatriotas te expresan a la menor oportunidad (en resumen: la FIFA nos robó el Mundial; Joao Avelange nos robó el Mundial). Transcurridos seis lustros de aquello, con el portero Sergio Goycochea convertido en presentador de la TV nacional, el discurso no había variado un ápice:

No extraña que, por todo esto y de forma tan inverosímil como paradójica, Italia ´90 sea uno de los mundiales más recordados incluso por quienes no son especialmente aficionados al fútbol y procuran llevar una existencia al margen de su influjo. Entre ellos hay muchos fans del Spectrum, que en 1990 vieron cómo el pequeño ordenador de Sinclair recibía lo que podríamos entender como una auténtica avalancha de títulos, sobre todo considerando otro hecho paradójico: el comienzo de la la nueva década había señalado el ocaso definitivo del Speccy como «micro de masas», una suerte de espiral descendente barruntada desde aproximadamente dos años antes y ahora convertida en clara cuesta abajo.

No quería dejar escapar la oportunidad de hacer mención a este cachondeo musical y videográfico obra de los alemanes Die Toten Hosen.

Ninguno de aquellos juegos logró estar a la altura de lo que cabe esperar en conmemoración de un Mundial, aunque sí pueda decirse que estuvieron a la altura de lo que fue aquel Mundial. Entre estos figuraba Italy 1990, nombrado así para distinguirlo del Italia ’90 publicado por Virgin y que pasaba por ser el único y genuino «videojuego oficial» de los Mundiales. Cabe destacar que a la cabeza del equipo que lo desarrolló se encontraba el tristemente fallecido Mark Haigh-Hutchinson, firmante de algunos juegos potables destinados al Spectrum como pudieron ser Overlander o el basado en la tercera entrega de las aventuras de Indiana Jones, ambos distribuidos bajo el paraguas de U.S. Gold al igual que este. Pero si por algo se le recuerda entre los buenos aficionados al Spectrum es por la autoría de Alien Higway, secuela del mítico Higway Encounter del que la revista Micromanía escribió:

«Si no lo calificamos como una tomadura de pelo, es porque somos benévolos».

Hubo quien se quedó calvo tras comprarlo.

Centrándonos en el susodicho Italy 1990, lo que os pongo a continuación es el vídeo de una partida jugada por Mike Myers en la que, cómo no, logra imponerse en el torneo haciendo que este pedazo de ñordo inmundo se convierta en algo digno de ver cuando le endosa 13 goles a Costa Rica en un partido (de 5 minutos) y ¡17! a Egipto en otro. La final, eso sí, resulta muy emocionante y acaba al más puro estilo italiano…

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