De todas las efemérides notables acaecidas durante el recientemente fallecido 2012, la que tal vez pasó más desapercibida fue la que conmemoraba el veinticinco aniversario de la rebaja en los precios que, en España, efectuó Erbe Software, la mayor distribuidora de videojuegos del país y una de las más grandes de Europa. Algo sorprendente. O puede que no, a la vista de que durante estos años se ha hablado tan largo y tendido del asunto que seguramente ya canse a todo el mundo. Por todo ello es probable que otro texto dedicado a aquel acontecimiento esté de más, aunque originalmente fuese escrito en 2005 y contenga, más que nada, impresiones personales de su autor acerca de un de un suceso con alcance histórico dentro del sector, que pilló con el paso cambiado a toda la industria y que nunca ha vuelto a repetirse.

Porque hay que situarse en los años 80 y más concretamente en la España de los años 80, en la que los ordenadores domésticos eran poco menos que un capricho y ningún propietario en su sano juicio se atrevía a confesar que perdía el tiempo con videojuegos, negocio cuya distribución estaba tan controlada que impedía una competencia real y el desarrollo de alternativas como el mercado de ocasión, de tal forma que los usuarios que deseaban acceder a los mejores programas sin endeudarse de por vida estaban prácticamente abocados a comprar pirata. Aquello suponía entrar en una dinámica enfermiza y vender 2.000 copias de un título podía considerarse una proeza. Y justo cuando todo estaba a punto de irse al garete, alguien concluyó que los usuarios no se merecían lo que estaba pasando y había que ponerle remedio.

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