O lo que es lo mismo, The Way of Exploding Fist. O lo que es lo mismo, Exploding Fist a secas.
O lo que es lo mismo, una copia sin licencia de la recreativa Karate Champ, pero tan buena que acabaría eclipsando su propia fuente de inspiración. Exploding Fist es uno de esos raros ejemplos de juego para Spectrum que ha envejecido tan de puta madre que aún hoy se disfruta muchísimo con él.
Echar una partida de vez en cuando resulta casi obligatorio para cualquier fan del Spectrum que se precie. No hace falta ninguna excusa, pero en mi caso se me ocurrió aprovechar el trigésimo quinto aniversario del juego para pasar un rato de asueto con posterioridad a cenar. Tal cual, aún me estaba acabando el postre cuando grabé esto:
Exploding Fist está tan bien hecho que hasta su nivel de dificultad se encentra muy bien ajustado, para que llevarlo a buen término no resulte ni demasiado fácil ni demasiado difícil. Una verdadera rara avis en aquella época. Aquí llevar a buen término las cosas significa ir ganando combates hasta alcanzar el décimo dan de karate mientras sumamos puntos, y a partir de ahí sumando todavía más hasta caer derrotado. Algo que cualquiera sabrá a estas alturas. Pero me sigue resultando curioso experimentar la sensación de que hay un tramo, entre el cuarto y el sexto dan, en el que la dificultad de los combates se hace mayor de lo que resulta luego, donde parece bajar a un nivel más asequible y estabilizarse. Puede decirse que si superas ese tramo crítico, alcanzar el grado máximo queda muy al alcance de la mano.
Esta partida en concreto no creo que tenga nada especial. Ni siquiera la puntuación final es demasiado alta, pero sí me divierte reseñar mi estilo «amarrategui», usando apenas tres o cuatro movimientos de los 16 disponibles para alcanzar la cima. En la más pura semejanza del catenaccio italiano pero dando patadas a la gente en vez de a un balón.