Preguntar a la gente si conoce el nombre de un videojuego español actual es como preguntarle si conoce alguna película marroquí de ciencia ficción. Si consultamos a cualquier usuario habitual de PC o videoconsolas menor de 25 años, pocos sabrán decirnos el nombre de un videojuego made in Spain. La mayoría nombrará la sobreexplotada saga Commandos y sólo los más veteranos recordarán el PC Fútbol, cuyos momentos de mayor popularidad, a mediados de la década de los noventa, comienzan a quedar demasiado lejos en la memoria de muchos. Y poco más, porque la realidad es que la industria de los videojuegos es prácticamente ajena a este país.

Tienes más posibilidades de toparte con un gallifante en la calle que de encontrar un videojuego español en una tienda.

Nada que ver con los años ochenta; y sobre todo nada que ver con 1987, sin duda el mejor año en la historia del software español. Los videojuegos patrios inundaban el mercado, e incluso algunos se exportaban al extranjero logrando llamar la atención del público foráneo. En un país desgraciadamente poco dado a valorar sus talentos, la gente apreciaba “sus” videojuegos y los aupaba a lo más alto de las listas de ventas. Lo que se había iniciado casi por casualidad en 1983 se convirtió, tan sólo cuatro años después, en una maquinaria que destapaba entonces sus mejores esencias. La parte final de 1986 había servido como preview para lo que se avecinaba al año siguiente, incluyendo muchos lanzamientos punteros que empezaron a publicitarse profusamente durante el mes de diciembre.

Entre ellos se cuentan algunos de los juegos más famosos creados en España. En febrero del 87 llegaban Army Moves y Game Over, los cuales fueron auténticos portaestandartes del sofware español fuera de nuestras fronteras, sobre todo en Inglaterra. A estos dos les seguirían poco después Dustin, Nonamed, Fernando Martín Basket Master… En marzo de 1987 nacía Topo Soft, que a modo de presentación publicaba Spirits y Survivor, y que no tardaría en convertirse en una compañía popular, la más enconada rival para la omnipresente Dinamic. Made in Spain continuaba la buena racha comenzada el año anterior con Sir Fred publicando El misterio del Nilo, juego con uno de los despliegues gráficos más espléndidos vistos ese año en el Spectrum.

Incluso con su desquiciante dificultad, El Misterio del Nilo podría darle mil patadas al truño de película en el que se inspira.

1987 también fue el año de la explosión del fenómeno conversacional en España gracias al trabajo de AD, entonces aún integrada en Dinamic: a principios de verano llegaba Don Quijote. A pesar de su diseño pelín vetusto y de algunos fallos de programación bastante gordos que lo dejaban por debajo de un conversacional de última generación, el juego estaba muy bien planteado y su argumento resultaba atractivo y adictivo. Miles de personas se convirtieron de la noche a la mañana en fanáticos del género, que vivió desde ese momento sus mejores días en la Piel de Toro. 1987 no podía terminar más que como empezó, con la publicación en octubre de esa obra de arte que es La Abadía del Crimen.

Después de jugar con esto, muchos pensaron en abrazar la religión y meterse a monjes.

Nunca antes se había visto algo semejante en la historia del software patrio y nunca se volvió a ver. Bueno, 1986 y 1988 fueron también grandes años para el videojuego hecho en España, aunque tal vez sin la “avalancha” cuantitativa ni cualitativa del 87. Si 1986 dejó una sensación de trayectoria ascendente para las compañías de software españolas, 1988 transcurrió con la sensación de que los tiempos estaban cambiando. El auge creciente de los 16 bits, con la producción nacional todavía centrada en los 8 bits, no presagiaba un futuro demasiado halagüeño a medio plazo. El paso del tiempo se encargaría de confirmarlo. Cuando dimos la bienvenida a 1988 muchos creíamos que nada volvería a ser igual. Yo me pasé la noche de Año Nuevo jugando con la versión para Spectrum de Out Run, casi en primicia absoluta porque acababa de salir días antes. Y lo hice pensando que se avecinaban cambios, aunque no fuese totalmente consciente de ello en ese momento.

En lo que se refiere al soft español su fuerza decreció rápidamente conforme la década se fue acercando a su fin. Hay gente que opina que aquella añada del 87 está sobrevalorada; que nos vendieron la moto; que juegas ahora con aquellos juegos tan idolatrados y te das cuenta de que no es para tanto; que el “compadreo” de las revistas con “sus” juegos y con las compañías que los producían era escandaloso. En algunos casos sí es cierto, aunque yo no comparto a pies juntillas esas opiniones. Lo que sí estaba claro es que con 1988 comenzaba otra época.

Sabrina Salerno: «En 1988 llegué a España para mostraros el camino hacia la luz».

2 thoughts on “El año mágico del software español”

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