El mejor homenaje posible a Ralph Baer:
Ralph Baer, inventor de la primera videoconsola de la historia y uno de los “padres” del videojuego, murió en diciembre de 2014 a los 92 años de edad, más que suficientes para legar un rosario de inventos relacionados con la industria juguetera entre los que el Simon es sin duda el más popular. Tanto que aún hoy se comercializa, señal de que sigue vendiéndose bien. En el mercado pueden encontrarse numerosas variantes y clones, pero mi novia quería regalarme el original y se tuvo que ir nada menos que hasta California para comprarlo, a través de Amazon. Porque en esa mierda de país antes conocido como “España” solo pudo encontrar a la venta clones, y además carísimos. Afortunadamente, y a pesar de lo que puedan opinar cretinos y paniaguados de diverso pelaje, Internet sirve a veces para algo más que engendrar tarados adolescentes o bajarse porno. A veces.
Desde hace tiempo, los derechos del Simon pertenecen a la multinacional Hasbro, heredera de la afamada MB que comercializó muchos de los juguetes más deseados y populares entre la chiquillada de los años ochenta. Como puede verse en las fotos, el diseño original prácticamente no ha variado, si bien hay algunas concesiones a la modernidad entre las que destaca la pequeña pantalla LCD que elimina los conmutadores de la versión clásica y, ya puestos, estiliza aún más las formas de un juguete que sigue molando mil. El otro cambio destacable es que los enormes pulsadores de colores son táctiles y por lo tanto no bajan con la presión de la mano, lo cual será algo chocante para quienes estén acostumbrados al Simon “de toda la vida” aunque a la hora de la verdad apenas se nota la diferencia. Entre los debes podríamos citar que el volumen del altavoz no es regulable y además resulta bastante escandaloso, así que olvidaos de jugar a las tres de la madrugada porque despertaréis a todo el vecindario. Tampoco hay referencia alguna a su inventor ni en las instrucciones ni en ninguna otra parte: el invento es cosa de Hasbro, les pertenece, y ellos se lo guisan solitos.