Nadie pone en duda que el Spectrum fue un ordenador muy deportista. A lo largo de su longeva existencia, nuestro querido chisme practicó una gran variedad de deportes, alguno de los cuales aún no ha sido practicado por el PC, lo cual no deja de extrañarme teniendo en cuenta que ciertos juegos supondrían, en mi opinión, un buen filón si a la originalidad de sus propuestas se les unieran los enormes recursos de los ordenadores actuales. A programas como Jump Challenge o Strong Man se les podría sacar mucho jugo uniendo a un replanteamiento general el despliegue técnico del que en su día carecieron para poder triunfar, por culpa de la escasez de recursos del Spectrum y del pésimo aprovechamiento que de ellos hicieron los individuos que los programaron.

«Que no joder, que no. Que eso no se usa para programar un Spectrum, so ceporro».

Los juegos deportivos fueron uno de los puntales en los que se sustentó la enorme programateca del speccy. Atraían a su alrededor grandes cantidades de posibles compradores, todo ello con un esfuerzo reducido por parte de quienes los creaban ya que, de entrada al menos, no hacía falta rebanarse los sesos para dar con una idea atractiva. Bastaba con coger un deporte cualquiera, preferentemente popular, y plasmarlo en pantalla de la mejor forma posible. Ni hacían falta complicados guiones, ni desarrollar personajes ni nada. Conforme la moda de los juegos deportivos se fue expandiendo, el mercado se saturó de programas en no pocos casos bastante semejantes entre sí. Sin embargo, y en un fenómeno que no se ha vuelto a repetir jamás en la historia del videojuego, el público demandaba programas deportivos que fuesen originales, disconforme con el típico juego de fútbol, de básket o de olimpiadas. Esto llevó a la creación de una serie de programas realmente extravagantes; todo con tal de darle a la gente lo que pedía, ni más ni menos.

Al Spectrum sólo le faltó un simulador de curling.

En esta serie de artículos vamos a repasar algunos de aquellos juegos que sirvieron para dar a conocer extrañas variedades deportivas, de las cuales en más de un caso jamás habíamos oído hablar hasta que cargamos el juego correspondiente en el ordenador. Juegos que en muchos casos tenían un buen nivel de calidad, que a veces tuvieron éxito, a veces no, pero que en su inmensa mayoría no han vuelto a tener reflejo en el mercado actual. Un mercado donde el factor negocio es prioritario y en donde las compañías de software, que invierten ingentes cantidades de tiempo y de dinero para desarrollar un solo programa, olvidan el factor riesgo, dejando de lado alternativas que traten deportes minoritarios en favor de otras que, por atraer a grandes cantidades de aficionados, suponen un valor seguro de cara a las ventas.

Leer Deportes extraños (primera parte).

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